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La plaza de siempre en Avilés, pero más segura

Los vendedores ambulantes estrenan ubicación en La Cámara y Rui Pérez, mientras que las campesinas recuperan su sitio bajo los soportales: “Los clientes andan despistados”

Un grupo de campesinas, ayer por la mañana, en la plaza de abastos, debajo de los soportales. | Ricardo Solís

–¡A dos euros, todo a dos euros!–, gritaba ayer Juan Jiménez desde su puesto de estrena, con vistas a la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery. Pese al reclamo del precio de ganga, apenas un puñado de clientes se aproximó a ver su mercancía. Jiménez no estaba satisfecho con la reorganización comercial de la plaza de lunes, que ayer se estrenó con 34 vendedores ambulantes colocados entre Rui Pérez y un tramo de La Cámara y 60 hortelanas bajo los soportales de Hermanos Orbón: “Preferiría treinta veces estar dentro de la plaza, como hasta ahora, y eso que tenía el último puesto, el 129”, sentenció este vendedor que se desgañitaba, mascarilla en boca, para atraer a posibles compradores a su mostrador. “Los clientes fijos de siempre no nos encuentran”, lamentó.

En el puesto de Luis Francisco Campa admitían que “aún es pronto” para hacer un balance de si compensa o no el cambio de ubicación: “No debería ser malo, pero lo más importante es que nos dejen trabajar”. Y es que los vendedores ambulantes no esenciales llevaban semanas con la mercancía parada en sus casas debido al cierre del pequeño comercio. Gracias al levantamiento de esa restricción han podido regresar a la plaza, y lo hicieron estrenando ubicación. Cada uno opinaba de la feria según le iba en ella, según fueran las ventas registradas a media mañana. En lo que coincidieron casi todos era en el de ayer fue “un mal día para arrancar”. “A 30 de noviembre las carteras están vacías, hay mucha gente que no cobró”, expusieron.

Clientes observando los puestos ambulantes, ayer, en La Cámara. | R. S.

Emilio Jiménez tildó de “injusto” que la reubicación de ambulantes en el exterior de la plaza afecte a solo 34 de 129: “O todos o ninguno, porque aquí afuera nadie nos encuentra”. Salvo ese “fallo”, para Jiménez las ventas de ayer estaban siendo “igual o parecidas” en la calle La Cámara que un día normal dentro de la plaza. De la misma opinión era Tomás García, más conocido por “Richard”: “No es cuestión de dentro o fuera, la cosa es que a mí me tocó vender en Rui Pérez y mejor podíamos llamar a la calle ‘Ruina Pérez’”, dijo con humor este vendedor ambulante dadas las escasas ventas registradas a media mañana. “Otro problema es que en la plaza, en mi caso, me tapaban los soportales. Ahora aquí tendré que instalar toldos cuando llueva, porque mi mercancía (ropa, mayoritariamente) no se puede mojar”, apuntó.

Y donde antes estaba Richard, Emilio Jiménez o Juan Jiménez ayer había un “ejército” de campesinas dispuestas a vender lo mejor de sus huertas. Tanto es así que muchas acudieron ya el domingo por la mañana para marcar sus puestos: “Estuvimos aquí preparando la zona hasta las diez menos cuarto de la noche”, decía una de ellas dando a entender que no se habían saltado el toque de queda. Así, pues, bajo los arcos de la plaza se ha pasado de la venta de bragas a dos euros al manojo de berza a uno.

Tomás García, “Richard”, en su puesto de Rui Pérez.

Mercado seguro

Para Celsa Ríos, de Valliniello, la jornada comercial fue “floja”. “Vender se vendía bien en Rui Pérez, pero allí no teníamos dónde atecharnos”, explicó. María López, también de Valliniello, opinó que un solo día de mercado es poco para hacer balance de la nueva organización: “Además, mucha gente aún no cobró y algunos clientes fijos no nos encuentran”, apuntó. Charo Fernández, nacida en Beifar (Pravia) aunque con huerta en Gozón, recalcó: ”Yo estoy contenta, estoy vendiendo bien”.

El resto de la plaza lo ocuparon los ambulantes que se libraron de tener que ponerse en el exterior del recinto en cumplimiento de las normas de protección para hacer frente al coronavirus. Porque ahora el mercado es también un sitio seguro: los vendedores ambulantes ofrecen gel hidroalcohólico y los puestos guardan 1,5 metros entre sí. Asimismo, se han establecido itinerarios para que los visitantes del mercado caminen en la misma dirección. Para poner en fila a los despistados estaba ayer la Policía Local, que recorrió durante buena parte de la mañana el recinto ferial. Pasearon también por la plaza de abastos Hermanos Orbón la concejala Yolanda Alonso y el gerente de la sociedad Mercado de Avilés, Hugo Martínez.

Este último valoró el comportamiento de los vendedores de la plaza de abastos “Hermanos Orbón”: “El cambio ha sido importante: nuevas entradas, restricciones por las obras en el parque del Muelle... Pero no ha habido ningún percance y el noventa por ciento de los ambulantes con los que hablé está satisfecho con la reorganización”, dijo el gerente, que apostilló: “Ahora, superado este lunes, solo queda coger ritmo”. Eso es lo que desean también los vendedores: ritmo y clientes para que la coreografía comercial de los lunes en Avilés salga a pedir de boca.

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