“Lo tiene todo”. Responde Alberto García Bayón, avilesino de 42 años, que se trasladó a Illas hace dos años y medio con su pareja, Almudena Álvarez, de 34 y natural de Piedras Blancas. Formaron una gran familia. Como anécdota, el día que inauguraron la casa ella se puso de parto: nació Ares. El pasado 15 de octubre, Alma. A ellos se suma su mascota, “Yuna”. “Antes vivíamos en un apartamento en Rivero, y cuando decidimos tener hijos el piso se nos quedaba pequeño. A esto sumamos que a los dos nos justa mucho la naturaleza, el deporte y la montaña, así que decidimos buscar casa en Illas y tuvimos suerte”, explica Bayón, que trabaja en Arcelor-Mittal. Álvarez es enfermera en la UCI del San Agustín. De su decisión de cambiar el asfalto por la caleya no se arrepienten. “Tenemos el CRA (Colegio Rural Agrupado) a ochocientos metros para los críos, unas comunicaciones magníficas, la posibilidad de criar a los hijos entre vacas y caballos y de comprar productos locales de calidad a dos pasos”, elogia este avilesino que sólo lamenta el cierre del chigre La Tenada, por eso de socializar. Aún así, apunta: “En Illas se hace mucha vida de pueblo”.
Sobre estas líneas, Rocío Quintana y Miguel Cervantes con sus mascotas: la oveja “Sidra” y el perro “Peñón”. A la izquierda, Iván González y Edén Córdoba con sus hijos Mateo y Sofía.
Al “mar verde” de la comarca también se fueron a vivir hace dos años Rocío Quintana y Miguel Cervantes, concretamente a La Laguna. Ella, de 32 años, es natural de Avilés; él, de 35, de Candás. “Queríamos vivir en la zona rural e Illas nos pareció un buen sitio: es un sitio agradable, tranquilo y está cerca de Avilés. A esto se suma que mi familia vive aquí cerca”, cuenta Quintana, que actualmente teletrabaja. Es contable de Pasek. “Es muy agradable sacar el ordenador a la terraza y estar en plena naturaleza”, afirma. Cervantes es mecánico. “En 15 minutos podemos estar en nuestro puesto de trabajo, aprovechamos la cercanía de la ciudad para la compra o el gimnasio y nos beneficiamos de todas las ventajas que ofrece el medio rural, que son muchas”, puntualiza esta pareja, que convive con dos mascotas: la oveja “Sidra” y el perro “Peñón”.
Illas conquista juventud: “Lo tiene todo”
“Soy de pueblo”
Iván González, de 30, y Edén Córdoba, de 33, son otra pareja amante de lo rural. Tienen dos hijos, Mateo, de 8 años, y Sofía, de 5. “Mi mujer es del Pozón, yo viví allí también un tiempo, pero me considero de pueblo. Cuando nos conocimos decidimos venir al pueblo de mis abuelos, a Reconco. Aquí compramos una cuadra y una tenada y decidimos arreglarlas. Para nosotros, vivir en Illas son todo ventajas: no nos falta de nada para estar bien”, dice González, concejal de IU en el equipo que lidera Alberto Tirador y un vecino muy querido por su lucha titánica contra la leucemia. Él está jubilado y su pareja trabaja en la residencia del ERA del Nodo.
“Cuando vivía en El Pozón tenía que coger el coche igual que aquí si necesito hacer algún recado y, por contra, a la vuelta no debo buscar aparcamiento”, dice a modo de ejemplo de las bondades de vivir en un oasis verde. Otro más: “Mi hijo, en su día, fue a un colegio de ciudad, ahora va al CRA y la calidad que se ofrece aquí es impresionante”, apunta este nuevo vecino que, como las anteriores familias, se ha dejado engatusar por el “Mar de verde” de Illas, un concejo, pese a todo, todavía envejecido que abre las puertas de par en par a nuevos moradores: “Todo lo que pueda faltar se compensa con lo que ofrece Illas”, concluyen los nuevos conquistadores.