En este caso, el récord de tonelaje comercializado no va acompañado –salvo que el cierre de las cuentas del año recién despedido depare esa sorpresa– de récord de facturación, aunque los responsable de la rula estiman que se mejorará la cifra del año pasado en un 2 por ciento aproximadamente, lo que equivaldría a haber puesto en el mercado pescado por valor de más de 41 millones de euros.
Una pasada descarga de bocarte en la rula de Avilés. Ricardo Solís
Semejantes datos se han logrado un año que se torció desde marzo, cuando las autoridades sanitarias decretaron el estado de epidemia por el agravamiento de la cifra de contagios de covid-19. La pesca, como otros sectores, acusó ese golpe. Algunos barcos dejaron de pescar en primavera y los armadores de los que siguieron faenando –dada la consideración de actividad esencial que recibieron– vieron recortados los ingresos por la venta de sus capturas habida cuenta de que se hundió la demanda de la hostelería y la restauración.
En líneas generales, los precios pesqueros fueron durante 2020 de una extrema volatilidad, una suerte de montaña rusa que sacó a los pescadores de sus casillas en más de una ocasión. Con todo, la rula de Avilés sorteó los escollos, mantuvo su actividad contra viento y marea adaptándola a los más exigentes protocolos sanitarios para evitar contagios de covid y recogió su recompensa a final de año en forma de récord de ventas.
Claro que para hacer posible este final feliz del año más complicado tuvo que darse la coincidencia de varios factores: una campaña de xarda aceptable, una costera de bonito en tan buena línea como años pasados y una sobresaliente temporada de bocarte que trajo hasta la rula avilesina cientos de miles de kilos del apreciado pez azul. A esto hay que unir la llegada de algún nuevo barco que ha decidido vender sus capturas en Avilés. El listón queda puesto alto para 2021.