A Claire y a Solange, interpretadas en esta ocasión por Ana Torrent y Alicia Borrachero, las criadas que creó el dramaturgo francés Jean Genet justo después del final de la Segunda Guerra Mundial, las aplaudió con fruición ayer por la tarde la platea Centro Niemeyer, dividida en tres por cuestión del coronavirus. Y es que era normal: por la tragedia existencialista no pasa el tiempo. Hoy volverán a salir a escena en Gijón. Será en el teatro Jovellanos a las 19.30 horas.

El director de escena Luis Luque presentó a orillas de la ría un espectáculo con fidelísimo respeto a la letra (la versión es de Paco Bezerra, Premio Nacional de Literatura Dramática), pero recrea la vida de las dos mujeres (y de su señora) con la asepsia de un quirófano. Hay muertes, hay destrucción moral y también de la otra. Y también hay congoja. Es lo que tienen los clásicos.

El auditorio del Niemeyer, que de normal anda por el millar de butacas a la venta, sólo oferta 276 en estos tiempos de pandemia. Por eso señala en su plan de trabajo para este año 2021 que programar artes escénicas es “altamente deficitario”. Si a esto se añade, como ayer tarde, el cierre perimetral del concejo de Avilés, ir al teatro en este momento se convierte en un afán militante. Sólo los avilesinos, además, pudieron ver un montaje que esta tarde sólo van a poder ver los gijoneses que acudan al teatro Jovellanos. El covid y los gestores contra sus consecuencias ponen piedras para el desarrollo cultural y los espectadores añaden a esto el miedo por las palabras dramáticas de las autoridades. Y todo esto junto se notó anoche. “Las criadas”, pese a su potencia de clásico en escena, quedaron lejos de llenar el aforo total permitido. Y eso que el montaje era ese: “Las criadas”: dos grandes actrices sobre las tablas, un texto que aglutina el corazón. Y, pese a ello, el resultado fue de aplausos y más aplausos.