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Corvera se blinda: “Lo que sea por frenar al bicho”

Los vecinos aceptan las nuevas restricciones municipales: “Corvera tiene de los peores datos, que lo cierren todo”

Dos vecinos conversan, ayer, en Las Vegas. R. Solís

“No puedo ir a la biblioteca, pues doy la vuelta”, comenta un hombre de unos setenta años en la plaza de Los Maestros, junto al centro Tomás y Valiente de Las Vegas. El acceso al interior del edificio está cerrado de acuerdo a las nuevas limitaciones municipales para intentar minimizar los contagios de coronavirus. Lo mismo le ocurre al parque infantil que está situado a pocos metros –y al resto de los del concejo–, áreas recreativas, parques, canchas al aire libre, telecentro y los aparatos de gimnasia para mayores, entre otros espacios. Corvera es uno de los concejos asturianos aislados con cierre perimetral. Como ocurre en Avilés, los locales de hostelería están cerrados salvo excepciones que tienen consumiciones para llevar y todo porque el nivel de contagios de coronavirus ha ido en aumento. El concejo triplica las cifras de los indicadores de incidencia acumulada a 14 días tanto a nivel general como el de la población de 65 o más años, de ahí que el Ayuntamiento haya decidido dar un paso más e imponer más limitaciones acordes con sus competencias y con el beneplácito de la Consejería de Salud del Principado. Todo, para reducir la movilidad.

Ángeles García junto al parque infantil de la plaza de Los Maestros. |

Las administrativas que trabajan en el centro Tomás y Valiente piden a los vecinos que guarden cola en la calle. Mantienen la distancia y aguardan hasta les llegue su turno. Son pacientes. Mientras tanto, un hombre que camina ayudado con su bastón quiere descansar en los bancos de Los Maestros. Tampoco puede. Varias cintas policiales impiden sentarse. El hombre, cansado, decide apoyarse sobre la pared y tomar aire antes de seguir su ruta. Al tiempo, Manuel López y Avelino Fernández, de 79 y 92 años, respectivamente, pasean y conversan: “Algo hay que salir a respirar, no vamos a quedarnos en casa, el bicho ye muy malo y ahora dicen que está más fuerte, solo hay una solución: la vacuna”. Además, comentan las nuevas limitaciones que sufre su concejo. “Es normal que tomen medidas, tendremos que descansar en otros sitios”, señala López. “Con una cinta que pusieran en los bancos ya valía, casi gastan el rollo”, añade Fernández, quien pide que pese a las restricciones y la dureza del covid no falte el sentido del humor.

Ovidio González también está de acuerdo con las restricciones. “Cuantas más se tomen, mucho mejor para todos”, señala el corverano, aquejado de problemas coronarios. Defiende que el confinamiento domiciliario como el de la primavera “vendría muy bien” para plantarle cara a los elevados contagios de las últimas semanas. “Hay una cosa que no entiendo y no sé la razón por la que no se toman medidas urgentes, ¿qué pasa en los supermercados? ¿No hay controles de aforo?”, se pregunta este vecino, que observa que hace falta más “concienciación y más responsabilidad por parte de la gente de que el virus es un asunto muy serio. Que abran solo las farmacias y las tiendas de alimentación, lo básico”.

José Pereira coincide con su convecino. “Veo bien que lo cierren todo, que prohíban salir, es que en Corvera tenemos de los peores datos de Asturias y así no podemos estar”, remarca. La pandemia, dicen los corveranos, ha afectado no solo psicológicamente sino físicamente a los vecinos. “Nos está hundiendo y espero que esto acabe pronto porque si no vamos a acabar muy mal, todos”, apunta Carlos Pérez, que acaba de pedir un café para llevar del bar de la plaza de Los Maestros. Entiende las restricciones y lamenta la situación de los bares, “que ni siquiera pueden vender en terraza”. “Eso sí, prefiero que lo cierren todo ahora y plantarle cara al bicho antes de andar parcheando, que abran un mes y luego tengan que volver a cerrar como ocurría hasta ahora”, añade el corverano.

Manuel Pérez está disgustado por las circunstancias. Su intención, cuando salió de su casa, era hacer ejercicio en el parque biosaludable, también conocido como parque para mayores, en la plaza de Los Maestros. “Yo quería da-y a la manivela –en referencia a un aparato para ejercitar el movimiento de los brazos– y está vallado, pues marcho para casa, bajaba para eso”, señala.

Ángeles García es una de las usuarias de la zona de ocio infantil frente al centro Tomás y Valiente en su papel de abuela. Es una de las personas que, tarde tras tarde, en ese parque o en el de Fernández Corugedo, se sienta en un banco para ver como juegan sus nietos. Y está preocupada por ellos. “Cuando salgan del colegio ahora, ¿dónde van a desahogarse los críos, dónde se pueden juntar para jugar si las canchas también están cerradas?”, se pregunta la corverana que pide más control de aforo en los supermercados “donde se organizan tertulias en los pasillos” y también en los autobuses. “Entiendo que en los sitios cerrados no se pueda estar, pero estamos al aire libre, me parece injusto, sobre todo, pensando en los críos, que no puedan verse después del colegio”, incide Ángeles García.

Precintado de uno de los parques de Las Vegas. | Ricardo Solís

Sobre el mediodía, Marta Sáez da su paseo matutino por el entorno de la plaza de Los Maestros. Pregunta a otro vecino si ya no se puede sentar en los bancos. Lo confirma con la cabeza y Sáez lo asume. Desde que comenzó a hablarse de la pandemia, la mujer que camina con su bastón ha decidido pasear por zonas “donde no hay mucha gente”. Prefiere salir a pasear por la mañana antes que por la tarde, porque el revuelo en esa zona, junto a un parque infantil, es mayor. “Vengo poco por aquí, pero con esta situación es normal”, señala la mujer preocupada por la evolución del virus en Corvera.

“Que esta situación dure lo que tenga que durar, si es un mes mejor que dos, pero que sirva para frenar al bicho, si no podemos ir a los parques ni sentarnos en los bancos, no lo haremos, no hay problema por eso”, remarca Rosa Suárez, que sale de casa para “lo justo: comprar comida y respirar un poco de aire, es decir, estoy casi autoconfinada”.

“Llevamos ya un año con el virus, confío en que todo pase lo antes posible y las vacunas lleguen pronto. Mi vida cambiará cuando todo mejore, de momento, lo mejor es estar en casa y no bajar la guardia y si me da por caminar, voy hasta Molleda”, concluye Mari Rodríguez, que no tiene pensado acercarse más a “zonas concurridas”: “Lo que sea por frenar al bicho”.

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