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El Hospital Universitario San Agustín (HUSA).Mara Villamuza

El San Agustín recibe a 350 pacientes al año con apnea del sueño, la mitad de ellos graves

La pandemia se suma al estrés y a traumas como factores de alteración de los patrones de descanso, que van ligados a otros problemas de salud

Los problemas del sueño amenazan la salud y la calidad de vida de hasta el 45% de la población mundial. Solo en España, más de cuatro millones de personas padecen algún tipo de trastorno del sueño crónico y grave. En el Hospital Universitario San Agustín atajar estos problemas no es tema menor. Ya hace más de una década se puso en funcionamiento una Unidad de Sueño centrada en la apnea. Desde entonces, el equipo que lidera el neumólogo Andrés Avelino Sánchez Antuña (Avilés, 1958) ha recibido a infinidad de pacientes: el servicio realiza anualmente unos 350 estudios a otros tantos enfermos, de los que aproximadamente la mitad son considerados más graves y tratados con CPAP (presión positiva continua en las vías respiratorias) para prevenir episodios de colapso de las vías respiratorias que bloquean la respiración en personas con apnea obstructiva del sueño y otros problemas respiratorios. Para dichos estudios los profesionales avilesinos entregan un polígrafo respiratorio al paciente. Este aparato registra la actividad del enfermo durante una noche en su propia casa, lo que mejora la calidad de los resultados y evita ingresos hospitalarios.

“El sueño está involucrado en infinidad de procesos fisiológicos, como la consolidación de la memoria, la regulación hormonal, el control de la respuesta inmune e inflamatoria, la regularización vascular, el procesamiento emocional... Por lo que una mala calidad de sueño suele ir ligada a numerosos problemas de salud, así como un mayor riesgo de desarrollar diversas enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades vasculares, cambios metabólicos, cáncer”, explicó días atrás Ana Fernández Arcos, coordinadora del grupo de estudio de trastornos de la vigilia y sueño de la Sociedad Española de Neurología, que el pasado viernes celebró el Día mundial del Sueño. Agregó: “Se ha demostrado que la reducción de la duración del sueño causa, a corto plazo, deterioro en la función cognitiva y ejecutiva. Y, a largo plazo, la falta de sueño se ha asociado a una mala salud cerebral, aumentando el riesgo de padecer enfermedades neurológicas como cefaleas, ictus, párkinson o alzhéimer, y también mentales, como depresión, ansiedad o psicosis”. En el Hospital Universitario San Agustín, la principal causa de consultas externas en Neumología es, precisamente, la apnea del sueño, por encima de la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o el asma bronquial. El perfil de los pacientes es el de hombres de mediana edad con obesidad.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) más de un 10 por ciento de la población española –lo que supone más de 4 millones de personas en España– padece algún tipo de trastorno de sueño crónico y grave. Pero, además, más de un 30% de la población española, es decir, más de 12 millones de españoles, se despiertan con la sensación de no haber tenido un sueño reparador o finalizan el día cansados. La Sociedad Mundial del Sueño incluso estima que los problemas del sueño amenazan la salud y la calidad de vida de hasta el 45% de la población mundial. “La SEN estima que entre un 20 y 48% de la población adulta española y que entre el 20 y el 25% de la población infantil sufre dificultad para iniciar o mantener el sueño. El insomnio, el síndrome de apneas-hipopneas del sueño, trastornos del ritmo circadiano, el síndrome de las piernas inquietas, las parasomnias NREM, el trastorno de conducta durante el sueño REM, la narcolepsia o la hipersomnia idiopática, son los trastornos del sueño más habituales entre la población española”, subrayó Arcos, que recalcó que, si bien la mayoría de los trastornos del sueño se pueden prevenir o tratar, menos de un tercio de los pacientes buscan ayuda profesional.

¿Y cuáles son los síntomas? “La persona que sufre apnea del sueño suele ser roncadora, aunque esto no quiere decir que todos los que roncan la padezcan ya que cinco de cada diez varones de edad media lo hacen. Otro síntoma son las paradas de la respiración durante el sueño, algo que suele detectar la persona que convive con el enfermo. Y es frecuente también que el paciente se levante cansado y con somnolencia, aunque aparentemente haya dormido ocho o nueve horas”, explicaba el avilesino Sánchez Antuña, al frente de una unidad acreditada hace ya años por la Separ (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) y centrada en apnea del sueño y ventilación. “Otros trastornos como insomnio, narcolepsia, disomnias... no los vemos nosotros”, recalcó.

Son tres elementos los que marcan un sueño de buena calidad: la duración, que debe ser suficiente para sentirse descansados y estar en alerta al día siguiente (en la población adulta se estima que este tiempo debe ser entre 7 a 9 horas); la continuidad, porque los periodos de sueños deberían ser continuos sin fragmentación; y la profundidad, ya que el sueño debe ser lo suficientemente profundo para ser reparador.

“Si bien es verdad que los cambios esporádicos en el sueño son normales, la calidad del sueño suele verse influenciada por los hábitos de vida inadecuados, por diversos factores sociales y ambientales y también por situaciones personales (experiencias traumáticas, estrés,..) que pueden provocar cambios severos en los patrones de sueño. Teniendo en cuenta esto, lógicamente, la sensación de incertidumbre que está generando la pandemia por covid, se ha sumado como un factor más a la hora de generar problemas de sueño entre la población española”, comentó la doctora Arcos. En este sentido, estudios que fueron presentados en la última Reunión Anual de la SEN señalaban que el 80% de los sanitarios españoles sufrieron insomnio durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020 y un 90% aseguraba haber padecido alguna afectación del sueño durante este periodo.

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