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Avilés da cancha a los artistas

La Noche Blanca oferta música, pintura, circo, poesía y danza, todo gratis y en plena calle: “Esta sí es la nueva normalidad”

Una artista circense actuando en El Parche. | Ricardo Solís

“Enciendan la parte derecha de su cerebro, que es la de la creatividad y la imaginación”. Así dio comienzo el espectáculo de circo familiar de “Hipnótica” en el Parche con motivo de la Noche Blanca. La tarea, al menos para los espectadores, era sencilla: dejarse llevar por las actividades programadas, que convirtieron Avilés en un escenario artístico de diversas disciplinas. Jorge Díaz se detiene con su perra “Mamba” en la calle La Cámara. Suena “Have you ever seen the rain” desde un balcón y aplaude. “Es una iniciativa muy bonita, y cumple muy bien con los protocolos covid”, afirma Díaz mientras los músicos se reparten en tres balcones diferentes. Y es que para algunos parece que la pandemia ha quedado a un lado. “Da gusto oír música, ver circo y obras artísticas en escaparates vacíos, escuchar poesía... Me da la vida, esto si que es nueva normalidad, y que siga así”, enfatiza María José Menéndez en la plaza Camposagrado tras el recital “Conversos desde el balcón” en el que intervinieron poetas como Esther García, Carmen Sánchez y Alberto Martínez, entre otros.

Ramón Vázquez | RICARDO SOLÍS

Mientras los versos fluían, en la Factoría Cultura, Pablo Rozada comenzaba a hacer cerámica rakú y varios pintores decoraban los cubos de entrada al centro cultural. Rafa Dueñas pintó enchufes, a Julia Gallego le dio por motivos florales y Carmen Fernández diseñó una mujer atrapada en un cubo en el que cada cara muestra una vista diferente del cuerpo. Ya en el interior, Ramón Vázquez enseñó cestería, “una artesanía que ya existía en época prehistórica”. Al tiempo, Adrián Martínez pintaba “Perros de reserva” en un mural de la calle Palacio Valdés y Ramón Rodríguez exponía en un escaparate de Galiana su obra “El triunfo de Galatea”.

poesía en camposagrado. Un grupo de poetas como Esther García recitó versos desde el Museo de la Historia Urbana de Avilés. | Ricardo Solís |

Los escaparates de negocios cerrados lucían cuadros del taller de Nacho Suárez, escenas de bonsái de Pablo Rozada y Julio Carretero. “Los maceteros son shoqunin, que es la artesanía por personas enamoradas de su trabajo, según dicen los japoneses”, explican. En algunos, las obras de arte lucían junto a carteles de “Se alquila”. Quizá eso sirvió como reclamo para futuros comerciantes ya que ese simple gesto – volver a dar vida a los locales vacíos– puso en el foco un sector que, en líneas generales, no vende lo mismo que antes de la pandemia. Y desde el balcón del Ferrera, suenan voces líricas, de ópera, que rememoran a Verdi y Puccini, entre otros.

Poesía en camposagrado. Un grupo de poetas como Esther García recitó versos desde el Museo de la Historia Urbana de Avilés. | Ricardo Solís

Los colores fluyen y en la calle del Sol Carlos Sánchez realiza retratos de pintura rápida. Sobre las 19.30 ya llevaba dos, el último a Lidia Carrera, que posaba con brillantina en su rostro. En otros espacios de la ciudad, los artistas Pedro Rico, Nacho Suárez, Rosa Manzano, Carmen Peláez y Favila también daban pinceladas.

Escaparates con arte. Una obra de Ramón Rodríguez lució en un bajo comercial vacío de la calle Galiana. | Ricardo Solís

Y a pocos metros del Sol, en la plaza Alfonso VI, la directora de vestuario de cine Maite Capín y la maquilladora Marina Gómez sacaron los trajes a la calle para “mostrar el mundo del cine a la gente de la calle”. Lucían trajes desde el siglo XII al XXI y, de paso, Gómez maquillaba a Toñi Sánchez y ambas hablaban de su participación en mil y un películas.

Danza. Muestra de danza en la calle Palacio Valdés, junto al teatro. | Ricardo Solís

La música de la “Patrulla Dixie” desde el balcón del hotel Ferrera daba calor a la ciudad a ritmo de los otros años veinte, los del siglo XX, y la danza llenaba la calle Palacio Valdés con “Ausencia”, coordinada por Priscila Ortiz e Itziar García. Y las calles estaban llenas. “Da gusto estar así, ves las actividades y la gente respeta todo el tiempo, el público mantiene la distancia, todo el mundo ve a los artistas sin problemas, siempre con mascarilla...”, señala Manuel Fernández, que está “muy concienciado” con las normas de seguridad, según recalca.

Arte en los cubos de la factoría. La artista Cristina Busto descubre su creación ante un grupo de asistentes. | Ricardo Solís

Parafraseando a las actrices del circo que se pudieron ver en El Parche, Avilés encendió ayer la parte derecha de su cerebro, “la de la creatividad y la imaginación” para empaparse tanto de la cantidad como de la calidad de las propuestas artísticas presentadas. La música convivió durante unas horas con la cerámica, con la pintura, con la danza, con la artesanía, la palabra y con el público, que por un momento se olvidó de que aún continúa la pandemia, pero siempre con mascarilla y gel hidroalcohólico de por medio.

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