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Fernando Fernán-Gómez Coleccionista de arte, hijo del actor Fernando Fernán-Gómez

“No hubo relevo para ‘El Paso’”

“Algunas de mis obras se han expuesto mucho y algunas no tanto: en Avilés hay una serie de Antonio Suárez inédita”

El coleccionista Fernando Fernán-Gómez, ayer, en Avilés. Mara Villamuza

El coleccionista de arte Fernando Fernán-Gómez (Madrid, 1946) es el propietario del centenar largo de obras que recoge la exposición de este verano en Avilés: “Antes de ‘El Paso’, en ‘El Paso’ y después de ‘El Paso’”. Ayer por la tarde se inauguró en el Centro Municipal de Arte y Exposiciones de Avilés (CMAE) donde estará abierta hasta finales de agosto. Fernán-Gómez fue galerista y marchante de arte y es hijo del actor y académico Fernando Fernán-Gómez y de la cantante María Dolores Pradera. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA al sol, en una terraza de la plaza de España.

–Me dijo Luis Feás, el comisario de su exposición, que su bisabuelo era de Avilés.

–El abuelo de mi padre. Se llamaba Álvaro Fernández. Por lo visto hay dos versiones de su historia: una es que fue a Madrid porque la familia tenía una fundición y él fue a la capital para hacer gestiones. La otra versión, que es la que mi padre me contó, es que simplemente la familia se fue a Madrid y, claro, se llevaron al chaval.

–O sea, que tiene usted raíces avilesinas.

–Totales.

–¿Puede ser que esto le convenciera para traer su colección de “El Paso” a Avilés o me aventuro demasiado?

–Puede ser, puede ser. A mí Avilés siempre me ha gustado mucho. Hay algo evidentemente que te tira: los ancestros. Además es que mi madre también tenía ancestros asturianos: sus padres eran de Tineo. Así que sí, por todos los lados soy asturiano.

–¿Ah, sí?

–A mi padre nunca le asociaron con Asturias, con Avilés. A mi madre sí. Siempre que venía a los teatros se le acercaba gente y le decía: “Somos familia”. No, a mi padre nunca le asociaron con Asturias. Y eso que lo escribe en sus memorias.

–¿Cuándo empezó a coleccionar a “El Paso”?

–La primera exposición que yo vi siendo niño fue la fundacional. Mis padres estaban separados. Fernán-Gómez nos llevaba a comer al café Gijón, en el paseo de Recoletos. Al lado, un poquito más cerca de Cibeles, había una galería, la Buchholz que fue donde organizaron la primera exposición. Era también una librería y mi padre pasaba por allí muchas veces. Se ve que nos llevó allí y que a mí se me quedó algo metido en la cabeza.

–Era un chaval.

–Esto fue en 1957. No había cumplido los once.

–Y, entonces, ¿cuándo empieza a coleccionar sus cuadros?

–A partir de 1974. Entonces me quedo con la primera galería que tuve en Madrid: la galería Edaf, en la calle Jorge Juan. Fue como una especie de herencia de un crítico muy importante que se llamaba Enrique Azcoaga que era muy amigo de mis padres. Él llevaba la galería Edaf, pero se jubilaba. Me preguntó si me gustaría a mí llevar aquello y dice que sí. A partir de ahí empezó mi andadura en esto, desde hace cuarenta y tantos años. He ido comprando y vendiendo, es de lo que he vivido. Me he ido quedando con el grupo “El Paso”. No he podido quedarme con grandísimas obras que han pasado por mis manos porque no tuve la capacidad, pero, bueno, mi colección ahora mismo es de como trescientas obras, de ellas hemos traído a Avilés, justamente 119. Las contamos ayer [por el martes] Luis Feás y yo porque no estábamos seguros.

–Muchas son muy conocidas.

–Algunas se han expuesto mucho y otras no tanto. Hay una serie de monotipos del gijonés Antonio Suárez inédita que no se ha expuesto nunca junta y aquí, en Avilés, hay 23. Nadie tiene esos monotipos: los tengo yo nada más. He prestado algunos, pero con dolor de corazón.

–¿Cómo se apaña para tener trescientos cuadros de “El Paso”?

–He tenido siete u ocho galerías y eso me ha llevado, como le dije, a comprar muchísima obra. Demasiado. Primero tuve que comprar una nave y luego, más tarde, otra. Tengo dos. “El Paso” está en una de las dos.

–¿Qué le seduce de “El Paso”?

–Que fueron rompedores y lucharon contra lo que había establecido en una época difícilisma. Consiguieron que se les escuchara, que la crítica se interesara por ellos y, sobre todo, triunfar fuera: eran buenísimos, interesantísimos.

–¿Son los últimos modernos?

–Hay unas teorías sobre las muertes de las vanguardias. No va a estar toda la vida peleando: tienen que venir los de atrás y se la cargan. En este país no ha habido retaguardia que haya tomado el relevo de “El Paso”. Se ha tomado siempre el modelo de Estados Unidos . “El Paso” eran la Escuela de Nueva York a la española. Después surgió el realismo del pincelito. Y aquí, igual.

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