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Ramón Álvarez Gerente de la Nueva Rula de Avilés

“Si se implantase un sistema de gestión más inteligente, el cupo de bonito podría estirarse hasta septiembre”

“Puede darse el caso de que la rula tenga buenas cifras y los pescadores no tanto porque la xarda la comercializan en sus respectivos puertos”

Ramón Álvarez, en la rula de Avilés. Mara Villamuza

Ramón Álvarez (La Arena, 1959) despacha minutos antes de iniciarse esta entrevista en su despacho de la rula de Avilés con el asesor energético de la sociedad, que no le da precisamente buenas noticias sobre la evolución esperada del precio de la electricidad. El gerente de la lonja pesquera avilesina mueve la cabeza contrariado ante las malas nuevas: sabe que habrá que tomar medidas con el asunto para que los números sigan “cuadrando”. En el cargo desde que la instalación abrió sus puertas en 2009 (con la excepción de los dos años en que volvió a la empresa privada tras el escándalo de la multa que impuso Hacienda a la rula por defraudación fiscal en la venta de pescado), Álvarez hace malabarismos para mantener –incluso para aumentar cuando soplan vientos favorables– las cifras de venta de pescado y la rentabilidad de la instalación. A la vez, actúa como pararrayos de las preocupaciones de dos sectores en apariencia antagónicos pero en realidad complementarios –los pescadores y los comercializadores– y aún tiene humor para embarcarse en el ambicioso proyecto de diferenciar el pescado de la rula de Avilés mediante una estrategia de fomento de la calidad sin parangón en España.

–¿Qué tal la reunión con el asesor energético?

–El tema de la luz nos abrasa porque gastamos mucha electricidad, del orden de 2,5 millones de kilowatios al año. Esto es debido a la demanda de la red frigorífica y al consumo de las dos fábricas de hielo. Somos sensibles al precio, como cualquier ciudadano, y aunque hasta este verano fuimos librando, las previsiones son de encarecimiento. Tenemos en cartera un proyecto de autoconsumo mediante la instalación de paneles fotovoltaicos que nos aliviaría la factura y quizás ha llegado el momento de darle un impulso.

–Centrándonos en la actividad de la rula, ¿qué balance hace de lo que llevamos de año?

–Positivo, sin ninguna duda. A fecha 31 de agosto llevamos más kilos vendidos que el año pasado –unos tres millones más de kilos– y más facturación. Pero esto puede torcerse en el último trimestre, o sea que debemos ser cautos.

–¿Qué razones explican esa mejoría de la actividad?

–Las campañas de bonito y xarda fueron ligeramente mejores que las de 2020 y la de bocarte, sensiblemente mejor. En cuanto a la merluza y la bacaladilla, se mantienen estables. Estas cinco especies, más el chicharro, aportan el 80 por ciento de la actividad a la rula. O sea, que su comportamiento es determinante de nuestros resultados. Afortunadamente estamos diversificados y no dependemos de una sola especie.

–¿Hay correspondencia entre que a la rula le vaya bien y que le vaya bien a los pescadores?

–Sí, pero con matices. Las flotas locales de bajura de la región no aportan cantidades significativas de xarda a esta rula porque sus capturas las comercializan en los respectivos puertos. Y con respecto al bonito o el bocarte, también recibimos pescado de barcos de otras regiones. Es decir, que puede darse el caso de que la rula tengan buenas cifras y los pescadores asturianos no tanto.

–¿Qué peso tienen los barcos foráneos en la actividad de la lonja de Avilés?

–Cuando abrimos en 2009, más del 70 por ciento de las descargas eran realizadas por barcos asturianos; ahora representan el 50 por ciento. Pero esta disminución de la aportación regional no debe entenderse como un demérito sino que se debe a que en estos años hemos logrado captar barcos foráneos, con lo cual su aportación al conjunto de la actividad ha crecido.

–¿Y esos barcos de dónde son y a qué se dedican?

–Portugueses que vienen a Asturias a pescar xarda, gallegos, cántabros y vascos que participan en costeras como las del bonito o el bocarte –muy estacionales, por cierto, y en consecuencia volátiles– y alguno que, siendo asturiano la empresa armadora, está abanderado en países extranjeros.

–Una vez hecho el balance de lo que va transcurrido de año, ¿qué me dice de lo que resta, qué previsión maneja?

–El cuarto trimestre es el menos significativo del año porque no hay ninguna costera importante, las cifras de actividad serán menores.

–Dicen los pescadores que pinta feo porque no les quedan apenas cupos y carecen, por tanto, de especies objetivo que pescar. ¿Tienen razón?

–Es cierto eso que dicen. En mi opinión se debe a una mala planificación.

–Explíquese.

–Desde un punto de vista de la maximización del beneficio los pescadores deberían intentar traer a puerto cantidades regulares de producto y de forma ordenada. Esto casi nunca ocurre, y la consecuencia es un agotamiento prematuro de los cupos y la devaluación del pescado. Mire lo que pasó con el bonito durante muchos días de este verano: llegaban a los puertos cientos de miles de kilos y es sabido que el mercado para fresco absorbe, como mucho, cien mil kilos cada tres días. ¿Qué pasa con lo que excede esa cifra? Pues que lo compran las fábricas para hacer conservas pero a precios muy inferiores. Si se implantase un sistema de gestión más inteligente, el cupo de bonito podría estirarse hasta septiembre, un mes en el que el bonito solía tener, cuando lo había, muy buenos precios.

–¿Hay algún ejemplo de buena práctica en este sentido que pudiera ser tomado de modelo?

–Este año, sin ir más lejos, los pescadores de bocarte del Cantábrico tomaron una acertada decisión sin precedentes: acordaron no pescar al Este de San Vicente de la Barquera y concentrarse en otras aguas porque el pescado que había en esa zona no tenía un tamaño comercial idóneo y su captura no reportaría apenas ganancias. Ese es el camino a seguir: reunirse, evaluar la situación y tomar decisiones sensatas.

–¿Usted cree que ese tipo de acuerdos sobre control de capturas agradaría a los comercializadores, que son la otra cara de la moneda?

–Claro que sí, es su reclamación histórica. Como en cualquier otro sector, lo que quieren quienes abastecen los canales comerciales es seguridad y regularidad de suministro de materia prima.

–¿La rula da por superada la crisis del covid?

–Por el comportamiento de la gente podría parecer que sí, pero en absoluto hemos cerrado ese capítulo, la pandemia sigue muy presente. Tomamos las medidas de seguridad que venían al caso y salimos sanitariamente bien parados, lo cual es un mérito de todos; pero creo que aún así hemos tenido bastante suerte para lo expuestos que estuvimos al no haber detenido en ningún momento nuestra actividad.

–¿Ha detectado que hayan cambiado los hábitos de consumo de pescado?

–El cierre del canal Horeca (hotelería, restaurantes y catering) incrementó el consumo de las familias, y eso derivó mucha venta de pescado a las pescaderías de barrio, que vieron incrementada su cuota de mercado. Este fenómeno aún persiste.

–A tenor del aluvión turístico vivido este verano en Asturias, los restaurantes se habrán puesto las botas vendiendo pescado, ¿no?

–No creo que haya sido para tanto. Hubo mucho turista sí, pero no está tan clara la correspondencia con el consumo. Me da la sensación que hubo mucho turismo “perronero”.

–Se cumple un año del lanzamiento del sello “Pescado de confianza”, el que identifica aquellos productos pesqueros comercializados en la rula de Avilés con un alto estándar de calidad. ¿Qué balance hace de esta estrategia de diferenciación?

–Francamente favorables, si bien es cierto que nos hemos dado cuenta de que el margen de desarrollo y mejora es grandísimo. Ahora mismo nos debatimos entre esforzarnos para mantener en pie todo lo que hemos construido y abrir nuevos caminos para ampliarlo.

–¿Qué respuesta ha tenido el proyecto en los diferentes ámbitos afectados, pescadores y cadena comercial?

–Hay un goteo paulatino de pescaderías que manifiestan su interés por adherirse y en cuanto a los barcos, toda la bajura participa ya del compromiso de traer a tierra los residuos generados en la evisceración de las capturas y confiamos en que antes de fin de año se sume alguno de altura. Este gesto de la recogida de residuos –también los generados a bordo de los barcos como consecuencia de su actividad– forma parte del compromiso ambiental integrado en la estrategia de “Pescado de confianza”.

–¿Quién busca a quién, ustedes a candidatos a adherirse a la red “Pescado de confianza” o al revés?

–Hay de todo. Desde la rula explicamos el proyecto a quien quiere escucharnos para expandirlo y también hay gente que ha venido a informarse porque le parece interesante. Hace unos días vino un pescadero porque una clienta le preguntó si no tenía pescado “de ese de la etiqueta”. El hecho de que un ama de casa haya tenido noticia de que el pescado de la rula de Avilés “es de confianza” nos estimula a seguir adelante con este proyecto porque demuestra que está calando.

–Ninguna rula de España ha desplegado una estrategia semejante, ¿se han interesado por el proyecto para imitarlo?

–Alguna llamada ha habido, sí, pero no voy a decirle de dónde.

–¿En qué trabajan actualmente para reforzar la estrategia?

–Vamos a poner el foco en los restaurantes, de toda España. Iniciaremos próximamente una campaña consistente en explicar las bondades del “Pescado de confianza”, animar a los hosteleros a consumir el pescado de la rula de Avilés y, a cambio, nosotros les entregaremos unas pegatinas acreditativas que podrán poner en sus locales y que identifican a esos locales como adheridos al programa. Hay más ideas “cociendo”, pero de momentos están verdes o pendientes de aprobación por parte del consejo de administración de la sociedad.

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