La Semana Santa avilesina que acaba de terminar ha sido “la del despertar del sentir cofrade después de dos años en casa”. El que habla es Carlos Fernández Mora, el hermano mayor de San Pedro de Rivero y el presidente de la Junta de Cofradía y Hermandades. “Cuando nos veíamos los hermanos mayores para organizarlo todo teníamos miedo de no conseguirlo, pero se ha logrado”, señala Mora con satisfacción. “El día de la procesión del Silencio recibimos un montón de correos electrónicos en la junta pidiendo saber qué hacer para apuntarse a alguna cofradía”, añade. Las ganas reprimidas durante dos años han estallado. “Y se notó en nuestro trabajo de catequesis en la calle, pero también con los visitantes a la ciudad”, destacó Fernández Mora, que desea para el año que viene “una Semana Santa igual que la de este año, pero ya sin mascarillas”.
Antes de comenzar a preparar la próxima edición, las cofradías de Jesús de la Esperanza, San Pedro de Rivero y La Soledad protagonizaron anoche la última procesión de la Pasión avilesina: la de Resurrección. Los de San Pedro salieron de la iglesia de San Nicolás por la calleja de los cuernos en dirección a la iglesia nueva de Sabugo. Hacia allí también se dirigió la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza. Ese fue el momento del encuentro: el del Resucitado con San Pedro y con su Madre. La procesión concluyó, sin embargo, en la plaza de Camposagrado. Donde, tras un sermón, cada una de las tres cofradías participantes se volvieron a cada una de sus sedes.
El cierre final de la celebración, sin embargo, comenzó el viernes a mediodía, cuando los integrantes de distintas cofradías avilesinas, diferenciados únicamente por el color de sus sudarios, haciendo vibrar sus tambores en la plaza de España, que fue el sitio donde, a mediodía, se celebró una tamborrada que, año a año desde que se gestó, en 2015, gana cada vez más adeptos. Los músicos, la mayoría adolescentes y también niños muy pequeños, hicieron sonar la percusión para anunciar la muerte de Cristo. Avilés retumbó durante 15 minutos.
Se cumplieron los mejores pronósticos también durante la procesión del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz. Miles de personas acompañaron a los cofrades a su paso con las imágenes. “No se veía tanta gente junta desde que actuó Bruce Springsteen en Asturias”, decía una mujer entre el público en alusión a la multitud reunida en el casco histórico avilesino.
A las 17.30 horas se celebró la ceremonia del desenclavo en la campa de San Nicolás. El sermón lo pronunció Jaime Díaz Pieiga, canciller-secretario general del Arzobispado de Oviedo, que se lo dedicó al sacerdote Ángel Garralda, fallecido días atrás. Dijo en alusión a la Semana Santa: “Es una pena quedarse en lo superficial, la pura representación, en ver algo original y nada más. Sería como hacer una pieza de barro sin mancharse o como cruzar un río sin mojarse”.
“Todas las procesiones salieron a la calle como estaba previsto, la ciudad nos acompañó. Notamos la llegada de mucha gente a Avilés. En San Pedro, en Rivero, se paraba mucha gente para fotografiarla, para preguntar por la Pasión”, resume Carlos Fernández Mora. Una Semana Santa para enmarcar.
