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Fernando Álvarez Balbuena: el "ilustrado" avilesino que imparte magisterio a los 89 años

El empresario, escritor y estudioso de la historia agradece el premio a su trayectoria vital con un soneto que anima a no sucumbir al desánimo

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EN IMÁGENES: así fue el homenaje a Fernando Álvarez Balbuena en Avilés MARÍA FUENTES

El abogado Fernando Treceño lo definió en un artículo publicado en este diario como "patrimonio vivo de Avilés" y el secretario de la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés y Comarca, Juan García, suscribió ese término para referirse al hombre que ayer recibió el premio anual de la entidad de la que es presidente honorífico: Fernando Álvarez Balbuena. Pero Juan García también ponderó los valores del empresario, del optometrista, del poeta, del humanista, del ensayista y del estudioso de la historia que también es Álvarez Balbuena, además de "buen amigo" de decenas de avilesinos.

Resumido en una sola palabra, Fernando Álvarez Balbuena, según consenso de cuantos ayer le arroparon en la gala de entrega del premio de La Económica, es un ilustrado fuera de época, un pensador a la usanza del siglo XIX en pleno siglo XXI que cree firmemente –y predica– en los mejores valores de la Ilustración: la libertad, los derechos humanos, la democracia, la igualdad de oportunidades, el capitalismo y su correlato, la economía de mercado, el impulso inigualable de la tecnología la importancia de la ciencia para mejorar la humanidad.

La faceta más íntima del premiado –e indirectamente homenajeado a sus 89 años– salió a relucir por las bocas de su nieto Pepe Collado y de su hija Aurora Álvarez-Balbuena. El primero destacó la importancia que han tenido siempre en la vida de su abuelo tres cuestiones: la familia, la empresa y la cultura. Y la segunda subrayó el amor de su padre por Avilés, la honradez profesional demostrada durante décadas y el sólido núcleo familiar que ha creado y que constituye el pilar de su vida.

Álvarez Balbuena y Favila sostienen el retrato que el pintor entregó al empresario. | F. L. J.

Hubo más discursos a cual más elogioso de un hombre conocido en todas Asturias por sus inquietudes intelectuales, su pasión por todos los aspectos de la cultura, su bonhomía y su cercanía y afabilidad en el trato; un caballero en el sentido más noble de la palabra. Y hubo música, obviamente del gusto del premiado: ópera, boleros... También la entrega de la distinción de Amigos del País –una estela obra de Juan Prieto– y el regalo de un retrato que pintó Favila.

Llegado el turno de tomar la palabra, Fernando Álvarez Balbuena tuvo palabras cariñosas para su familia –especialmente para su esposa, Rafaela García– y además de dar las gracias por el premio y el agasajo no frustró a quienes saben que cada vez que habla imparte magisterio: leyó un soneto compuesto para la ocasión y cargado de sabiduría. Dice cosas como esta: "Eché en la zanja de los sinsabores tierra del olvido y sembré semillas de esperanza". Dicho en prosa: "Por más contrariedades que surjan en la vida, no os desesperéis; siempre acaba apareciendo una luz de esperanza".

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