María Rodríguez | Profesora de Secundaria, experta en Annie Ernaux

"Annie Ernaux se dice a sí misma que es una doble tránsfuga de clase"

"Cuando le dieron el ‘Nobel’, la tesis que estoy realizando trascendió más de lo que esperaba"

María Rodríguez, ayer, en la calle de la Ferrería. | Mara Villamuza

María Rodríguez, ayer, en la calle de la Ferrería. | Mara Villamuza / Saúl Fernández

Saúl Fernández

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María Rodríguez es profesora de Francés en el IES Carreño Miranda, centro educativo en el que se formó en su época de bachiller. Rodríguez es experta en Annie Ernaux, la última premio "Nobel" de Literatura. Ayer, junto a su director de tesis, el catedrático Francisco González, desentrañó los secretos de la escritora francesa en una conversación que acogió el Centro de Servicios Universitarios.

–¿Por qué eligió a Annie Ernaux?

–Me lo recomendó mi director de tesis. Tenía planteamientos interesantes en lo que se refiere a la autoficción. Había estudiado durante la carrera a otros autores que se habían movido por esta línea: Philippe Claudel o Emmanuel Carrère, pero no a Ernaux. Cuando me leí tres o cuatro de sus libros, me lancé.

–¿Y cómo va la tesis?

–Estoy en el cuarto año. Empecé a trabajar en ella en 2019.

–O sea, antes del premio "Nobel".

–Sí, antes. Que se lo dieran no me pareció sorprendente. Había sonado como candidata varios años. También al "Princesa de Asturias". Cuando se lo dieron lo celebré como si fuera mío. El trabajo que estoy realizando trascendió más de lo que esperaba.

–Cuénteme.

–Resulta que esta tesis salió a la calle que es lo que queremos siempre los doctorandos. Las investigaciones en Humanidades parecen que tienen menor aplicación que los de Ciencias, pero son distintas: procuramos trabajar para entendernos a nosotros mismos.

–La autoficción parte de contar la propia vida sin camuflaje. ¿Siempre fue ese su manera de escribir?

–La primera novela de Ernaux –"Los armarios vacíos"– la escribió con 34 años. Habló de temas espinosos, de su aborto, en un tiempo en que todavía no había sido legalizado. Estaba casada, tenía dos hijos ya. Su madre vivía. Así que se ocultó bajo el nombre ficticio. Poco a poco depuró su estilo y lo encaminó hacia la autoficción. A partir de los años 80 y 90 ya no podemos hablar de novelas porque desarrolla experiencias propias.

–Cervantes, como todo, también inventó la autoficción, pero fue la generación "Beat" quien la explotó con fortaleza.

–La "escuela" a la que se adscribe Ernaux es la que nace en Europa en la época de la reconstrucción, tras la Segunda Guerra Mundial. Primero vinieron las luchas sociales, pero llega un momento en que los problemas se individualizan.

–O sea, escribe de sí misma, pero sabe superar sus propios límites.

–Eso es. Ella dice que viene de los existencialistas: de Albert Camus, de Jean-Paul Sartre, pero, sobre todo, de Simone de Beauvoir. Ese camino interior la conduce poco a poco a prestar atención a los dominados.

–¿Qué pasa para que los franceses tengan tan buena prensa entre los críticos suecos?

–Creo que sigue pesando la literatura francesa del siglo XIX entre los jurados del "Nobel". Ernaux conecta desde sí misma con todo lo que ocurre en el mundo. Es una mujer, de clase humilde, de provincias, que no está cómoda en los ambientes literarios. Y, pese a ello, entiende el ritmo social que la rodea. Es capaz de tomar el pulso a la realidad y hacerlo desde sí misma. Ella se cría en el bar tienda de su madre, es profesora, entra en la burguesía cuando se casa con un secretario municipal. Cuando conoce la clase dominante se da cuenta de que había rechazado su propia clase. Por eso se dice a sí misma doble tránsfuga de clase.

–¿Quién lee a Annie Ernaux?

–Su público es amplísimo, quizá no llegue a los que han nacido en una cuna de oro, pero lo que está claro es que tampoco le interesa eso.

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