Los "sampedrinos" celebran la fe llenando las calles avilesinas

El cura Alfonso Abel Vázquez reclama a los católicos que no se avergüencen de su condición: "No vale decir que hablan los actos"

S. F.

Alfonso Abel Vázquez, quien fuera párroco de Santa Teresa del Pozón, se encargó de predicar ayer Martes Santo, el día de las tres negativas de Pedro.

Lo hizo en la misma puerta de la sala de cómic de Avilés, delante del cartel de la exposición que Avilés dedica estos días a Georgia O’Keefe. Habló primero a los cofrades de San Pedro y los llamó "sampedrinos". Y recordó que otros años todos miran al cielo y se hacen cruces para que la procesión pueda tener lugar. "Pero ahora benditas sean las lluvias para nuestros hermanos que han apagado los incendios de estos días", dijo. Y después de decirlo, la plaza de Camposagrado entera se llenó de aplausos.

En Camposagrado, en el medio del recorrido de la procesión de San Pedro, la parada se recompone. Y lo hace a ritmo de los tambores y siguiendo con pasos pequeños los dos pasos que acumularon personas en las calles de tal manera que algunos tuvieron que retirar los cubos de basura que los servicios de limpieza habían dispuesto en la calle de la Fruta como si la tarde de ayer fuera una normal.

Vázquez pidió a todos los que estaban escuchando que no se avergüencen de su condición de católicos. "No vale decir que hablan nuestros actos, que no queremos incomodar", subrayó. Y lo hizo, precisamente, ante la imagen de Pedro, de sus llaves y del gallo: el santo de las negativas. "Con una mirada de Nuestro Señor, Pedro, que era rudo, pero tenía buen corazón, comenzó a llorar", terminó Vázquez.

Esto fue a mitad del recorrido, al principio, José Ignacio Izquierdo y Susana González, hijos de Mauro Izquierdo y de María Jesús González, dos de los fundadores de la cofradía de San Pedro –el 15 de febrero de 1955–, recibieron un reconocimiento de los actuales responsables de la hermandad. "A los dos los conocían como los de La Casona", explicó Izquierdo. Allí, en aquella librería –aunque en el número 110 de la calle de Rivero– es donde nació la cofradía de Santo Cristo y de San Pedro.

Los "sampedrinos" que llenaron las calles para, ya delante de la fachada barroca más exquisita de la ciudad, "recordar" a los que ya no están, dijo Vázquez.

La cofradía la encabezaron los más pequeños de la hermandad. El Cristo que pintó Samuel Armas abrió camino en una muy estrecha calle de Rivero que se hizo enorme cuando desaguó en el Parche.

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