Entrevista | Saúl Fernández Periodista, autor del libro «30 años de estrenos. Teatro Palacio Valdés»

Saúl Fernández, autor de un libro sobre el Palacio Valdés: "Cuando has ido a muchos teatros te das cuenta que llaman teatro a cualquier cosa"

"El hecho de que haya funciones todas las semanas ha cultivado una afición que en Avilés era difusa en los albores de la democracia"

Saúl Fernández en el teatro Palacio Valdés

Saúl Fernández en el teatro Palacio Valdés / Miki López

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Desde su asiento predilecto –fila 14, butaca 9–, el licenciado en Literatura y redactor de LA NUEVA ESPAÑA Saúl Fernández ha visto pasar por el escenario del Palacio Valdés la flor y nata del teatro español. En su doble calidad de aficionado y crítico, este periodista avilesino nacido en Madrid en 1974 sabe latín –por así decir– de lo que se ha cocido en el odeón avilesino desde su reapertura hace 30 años. Y con motivo de tal efeméride se animó a compartir su conocimiento, primero en una serie de artículos publicados en el periódico para el que trabaja y ahora en formato de libro: "30 años de estrenos. Teatro Palacio Valdés" (Orpheus). La obra se presenta esta tarde (19.30 horas) en el foyer del teatro (acceso libre) con el padrinazgo del actor Carlos Hipólito, al que acompañarán la edil de Cultura de Avilés, Yolanda Alonso; y la prologuista del libro, la jefa de la edición de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, Covadonga Jiménez.

–¿Cómo se originó su afición al teatro?

–En séptimo de EGB, alentada por el profesor de Ciencias –Carlos Fernández– que tenía un grupo de teatro aficionado; un día nos invitó a ir a verles actuar. Fui, vi "La casa de Bernarda Alba" y me prendé.

–Y siguió alimentando esa pasión...

–Sí, también de la mano de aquel profesor vi "¡Qué ruina de función!", una comedia de puertas se abren que en su segunda parte revela al espectador lo que hay detrás de las puertas; o sea, los entresijos de la puesta en escena. Ahí empecé a entender que el teatro es mucho más que lo que ve el público. Y en cierto modo, incluso el teatro me condicionó a la hora de elegir mis estudios universitarios.

–¿Tiene actores o actrices fetiche?

–Sergio Perís Mencheta o Carlos Hipólito, que me honra asistiendo a la presentación del libro, son de esos que nunca te van a decepcionar. Y entre las actrices, guardo gran recuerdo de Verónica Forqué, Nuria Espert y Amparpo Rivelles.

–A todos los ha visto en Avilés, pero ¿incluso ha tenido la ocasión de intimar?

–Sí. El circuito del teatro es muy cerrado y pequeño; cuando entras a formar parte del mismo –y gracias a la existencia del Palacio Valdés eso es posible viviendo en Avilés– el contacto es estrecho.

–Hablamos del libro. ¿Cuál fue su génesis?

–Llevo veinte años haciendo crítica de teatro en LA NUEVA ESPAÑA y casi treinta viendo teatro. He visto tanto y escrito tanto que sentí la necesidad de hacer un resumen de todo porque da la sensación de que, si no, tanto material se diluye y eso es una pena cuando tenemos un teatro que ha acogido 235 estrenos nacionales y un sinfín de representaciones más. Tanto y tan bueno que suelo decir que casi es mejor venir a Avilés a ver teatro que ir a Madrid. Coincidiendo con los 30 años de la reapertura del Palacio Valdés en 2022 escribí una serie de artículos en el periódico que condensan esas tres décadas de actividad, y no solo la teatral, también la musical, las obras llevadas a cabo, los grandes nombres de la cultura que han pasado por aquí... El libro aglutina esos artículos debidamente ilustrados.

–¿En Avilés hay un teatro porque hay afición o hay afición porque hay un teatro?

–El hecho de que haya teatro todas las semanas menos un mes del año ha cultivado una afición que era difusa y esporádica en los albores de la democracia. El mérito es de los programadores, de quienes creyeron en esta forma de hacer cultura; y especialmente, de Antonio Ripoll.

–¿A quién debería hacer un homenaje el Palacio Valdés?

–Ya lo he dicho: a Antonio Ripoll. El Palacio Valdés es lo que es gracias a él, si bien el rechazaría semejante elogio, pero lo que no puede es negar la historia. Y seamos egocéntricos: también tiene mérito la prensa que se ha ocupado de difundir la actividad teatral avilesina.

–¿En qué radica la magia del Palacio Valdés, un teatro provinciano que brilla con tanta luz?

–Lo escribió Juan Carlos de la Madrid: es el último teatro que queda del siglo XIX pese a que abrió en el XX. Tiene ese aire coqueto de bombonera y ese toque de romanticismo que lo hace muy singular. Cuando has ido a muchos teatros te das cuenta que llaman teatro a cualquier cosa, pero el Palacio Valdés lo es, con mayúsculas.

–¿Esa opinión la refrendan los profesionales?

–Sin excepción. Destacan que es un teatro donde se ve bien y todo se escucha bien, si lo que se tiene que ver y escuchar es digno de mención.

–¿Qué rincón del Palacio Valdés es especial para usted y por qué motivo?

–El gallinero, porque me evoca aquellos tiempos en los que no tenía dinero pero sí ganas de ver teatro y allí me sentaba a disfrutarlo aunque me quedase el culo plano.

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