Vicente Santarúa: la vida y la obra de un escultor popular y maestro de artistas

La iglesia nueva de Sabugo acoge el viernes el funeral por el creador del busto de Philippe Cousteau y Woody Allen

Vicente Santarúa, en su estudio con el boceto de una obra sobre Quini.

Vicente Santarúa, en su estudio con el boceto de una obra sobre Quini. / Mara Villamuza

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El artista Carlos Suárez desprende cariño hacia el artista candasín Vicente Santarúa, que falleció en Oviedo este pasado día 26 y cuyo funeral se celebra este viernes (18.00 horas) en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, en Avilés. "Mi padre me llevó a su estudio para preparar el examen de acceso a la facultad de Bellas Artes de Salamanca. Me lo había recomendado Santiago Mayo, que lo había conocido cuando vivió en Avilés unos años", cuenta al otro lado del teléfono.

Le impresionaron "esas gafas oscuras" al estilo de Roy Orbison, el de "Pretty Woman", y luego esa impresión se la llevó "lo encantador" que siempre se mostró con él en todo el tiempo en que le estuvo dando clase. Este encantamiento fue tal que hace tan solo unos días Suárez había vuelto al estudio de Santarúa, un verdadero gabinete de maravillas asomado al parque de Las Meanas.

"Estuvimos todo aquel verano dibujando distintas ‘Venus de Milo’, midiendo luces, proyecciones de sombras...", añade el ahora profesor del IES Menéndez Pidal, un centro en el que Santarúa también dio clase muchos años. "Dejó el de Salinas y luego ocupé yo puesto", admite Suárez, el creador, entre otras obras, de "Losa del tiempo", un conjunto escultórico dispuesto en el antiguo osario del cementerio de La Carriona.

"Fue un trabajador incansable, un profesor metódico, con gran oficio y mucho conocimiento", concluye así el discípulo del creador de esculturas tan señeras como el Woody Allen de Oviedo, el Manolo Preciado de Gijón o en Carreño Miranda de Avilés.

Vicente Santarúa, junto a un busto de Philippe Costeau.

Vicente Santarúa, junto a un busto de Philippe Costeau. / Ricardo Solís

Las dos principales razones vitales de Santarúa, al decir de quienes le conocían, pasaban por su saber pedagógico y también por la mano que tuvo para componer sus esculturas. "Lo que hay que reivindicar es el caracter popular de su obra: sus piezas están en la calle; todo el mundo las ha visto", señaló el crítico Luis Feás. "Pero de todo su trabajo me quedo con el mural de Maestro Antuña, en Candás. Es como el resumen de su vida. Lo hizo, lo reelaboró, siempre trabajó en él", apunta Feás. "Es como su testamento".

Como Suárez, Feás está convencido de que la importancia de Santarúa es que "hizo camino". Y lo hizo enseñando y creando. De hecho, es la pieza que une la historia artística avilesina que va de los Hermanos Espolita a Favila. "Y todo lo que vino después". añade. "Las historias locales del arte siempre me han parecido muy interesantes y no cabe duda de que Santarúa fue uno de sus protagonistas", añadió.

Jaime Luis Martín, que también es crítico de arte, prefiere la labor escultórica del candasín. Y entre toda su obra se queda con el busto de Philippe Cousteau, que está en La Peñona, en Salinas. "Se integra como nunca en el entorno y su escala es perfecta", destacó. "Entiendo que supo atender a la perfección los encargos que recibió durante toda su via", añadió Martín. Y así salen Woody Allen y los cuentos de la ciudad de Oviedo; el Manolo Preciado y el complejo de culpa de los sportinguistas... Se quedaron a medias otros homenajes: a "Quini", sobre todo. Había bosquejado su particular homenaje al Brujo partiendo de la legendaria chilena que captó Ubaldo Puche Mulero. Sporting-Rayo Vallecano, en el último minuto y el jugador volando.

La larga sombra de Santarúa será aplaudida en unos días en la iglesia que estaba a dos pasos de su caso. Su colección particular más querida está disponible en el hotel Palacio de Avilés. Ahí está el conjunto de Carreño y su discípulo como tenía que ser, pero en pequeño.