Entrevista |

"Debería enseñarse en las escuelas el poder de la imagen, su capacidad de manipulación", dice Manel Esclusa

"El agua, la oscuridad, la sensación de ingravidez, el movimiento... son constantes que se transforman en mi propia lengua", sostiene el creador

Manel Esclusa, ayer, en el Centro Niemeyer. | Alba C. González

Manel Esclusa, ayer, en el Centro Niemeyer. | Alba C. González / Myriam Mancisidor

Myriam Mancisidor

Myriam Mancisidor

Manel Esclusa (Vic, Barcelona, 1952) es uno de los fotógrafos españoles de trayectoria más importante, a caballo entre los dos siglos. Una trayectoria de experimentación constante, como una necesidad vital. Su grado de coherencia, la variedad en sus temáticas, también su experiencia en el campo profesional de la fotografía, lo hacen prácticamente único entre sus colegas de generación. Ahora y hasta el 16 de junio, Esclusa expone en Avilés, en el Centro Niemeyer. Una antología que resume –sin orden cronológico en este caso– la obra de este fotógrafo fácilmente identificable, e inimitable, también en el contexto internacional. La exposición que abre sus puertas se podrá visitar de miércoles a domingo de once a dos de la tarde y de cuatro a siete. El precio general: 4 euros.

–¿Qué tiene la noche, la oscuridad, para Manel Esclusa, ya que es el guion de todas sus obras?

–Es en la oscuridad donde se encuentra la luz: si no hay oscuridad no puedes, en fotografía, detectar la luz de la forma que yo puedo trabajar. La luz y la oscuridad son dos elementos que se necesitan el uno del otro. La luz es la que nos permite impresionar la imagen, pero la oscuridad es necesaria, parte del proceso fotográfico. Es una relación inestable en la que se combina luz y oscuridad.

–Su obra está llena de vida: agua, árboles...

–Son elementos que participan en la imagen a veces inconscientemente y, a veces, con consciencia para hablar de algo en concreto. Hay elementos constantes como pueden ser el agua, el movimiento, la sensación de ingravidez, la oscuridad, la luz muy excesiva que ciega o quema y absorbe los detalles... Hay unas constantes que se trasforman en mi propia lengua, son elementos que siento que tengo que utilizar.

–¿Sus fotografías son pensadas previamente?

–Hay algunas, como el eclipse, que está pensada anteriormente para poder realizarla en unos dos minutos. En otros casos, la construcción de la narración sobre un tema puede ocupar dos o tres años. Cada tema necesita su propio tiempo.

–¿Qué trabajo de los que tiene le ha sorprendido más?

–Que no sea premeditado es, quizá, el árbol, porque se construyó sin ser consciente. Yo tenía este árbol en casa, que le digo árbol, pero es el fruto de un cactus seco, y cada vez que tenía que utilizar una cámara nueva, una película, algún proceso técnico nuevo para ver cómo quedaba hacía la foto a este árbol. Cuando tenía el resultado iba a un cajón y allí se quedaba. Al cabo de un tiempo decido hacer limpieza y tomé consciencia que sin ser consciente había elaborado un trabajo sobre un mismo tema.

–Está con su "Luz que se esconde" en un centro cultural. ¿Ya está consolidada la fotografía como arte?

–Sí, está bastante consolidada internacionalmente.

–Pero....

– Otra cosa es que en este país vamos lentos y vamos retrasados en según qué cosas. La fotografía todavía no está presente en la Universidad y debería enseñarse en la escuela el poder de la imagen, cómo interpretarla, la capacidad de manipulación... Todo esto influye después en resultados que vemos sobre todo entre adolescentes. A nivel de reconocimiento como arte creo que sí. Faltan más estructuras como el Niemeyer, es fantástico, no solo por lo que hacen con fotografía sino por el dinamismo que tienen. Tenía que ser un ejemplo para todos los sitios: los avilesinos pueden estar muy satisfechos de la parte cultural que tiene este lugar.

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