De equipar Seat 600 a la nada: el fin del parabrisas «made in Avilés»

El cierre de la línea de Sekurit de Saint-Gobain da otra estocada industrial a la comarca de Avilés y pliega la planta que apoyó el desarrollo automovilístico español

El fin de Sekurit, visto por el ojo crítico del dibujante Mortimer.

El fin de Sekurit, visto por el ojo crítico del dibujante Mortimer. / Mortimer

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Que cese para siempre la producción de parabrisas en la planta de Sekurit de Avilés no es sólo que haya pasado a la historia. En la comarca de Avilés, la gran industria es una fe de vida. A lo largo de estos 47 días de crisis –que se cerraron este viernes con el apoyo generalizado al preacuerdo del ERE de madrugada– Verónica Fernández Otero, la presidenta del comité de empresa de Saint-Gobain Cristalería, ha tenido varias ocasiones para verbalizar este sentimiento: en las asambleas con sus compañeros y delante de los periodistas que han cubierto el canto del cisne de la mitad visible de la multinacional francesa en La Maruca. El 16 de mayo, por ejemplo, Fernández Otero leyó la declaración que cerró la manifestación de las casi tres mil personas clamando por las calles de Avilés por la continuidad de la gran industria en la comarca. Dijo entonces: "Que para ellos es Saint-Gobain, pero para nosotros es Cristalería, que somos nietos y nietas, hijos e hijas de productores".

Cristalería Española se estableció en Avilés en 1952. Y, siguiendo la ola del paternalismo empresarial importada de Francia y Alemania –el mejor ejemplo en la comarca fue la Real Compañía de Minas– creó en Avilés, en el entorno de La Maruca, una escuela de aprendices, un barrio de productores, otro de mandos... Pero todo llega al final y los chalés fueron okupados; los centros sociales, abandonados... y los vínculos con la empresa, desenraízados.

Pero todo tiene un final. Y ha llegado tras 47 días tumultosos: los del ERE. La empresa llena de siglos ordenó desprenderse de lastre y resolver el pasado a base de despidos, recolocaciones en el grupo y fuera de él, jubilaciones y prejubilaciones... Dejar de hacer parabrisas no es sólo dejar de parabrisas. Lo explican los más antiguos del lugar: "Desde que entrabas en la escuela de aprendices, estabas en tu empresa: dentro y fuera de fábrica". Había economato, actividades culturales, grupos de montañismo para obreros, cuando todavía eran productores. Compartían vida y trabajo. Y una forma de entender la vida que pasaba de generación en generación. "A ver cómo te portas" solía ser la advertencia del predecesor al que entraba nuevo en la compañía que desde siempre, desde hace setenta y dos años, ha sido motor de la economía asturiana y parabrisas de la francesa.

Un Seat 600.

Un Seat 600. / Archivo

Las primeras grandes tiradas de parabrisas hechos en Avilés fueron para el icónico Seat 600; también para el Mini Morris. "El del Renault 4L era plano", detalla el escritor Milio Mariño, antiguo obrero de la compañía. Aquella fue la época de los parabrisas "sekurizados", más frágiles que los actuales, esos que quedaban hechos añicos cuando el coche tenía un accidente. Y el conductor, habitualmente herido. La planta de parabrisas de La Maruca ha pasado a la historia cesando su producción de los vidrios de la Citroën Berlingo o la Mercedes Vito: parabrisas asturianos para furgonetas montadas en Vigo y en Vitoria.

El final de una historia que comenzó hace siete décadas que se han hecho añicos, lamentan los trabajadores, por una compañía que ha decidido que para ganar más dinero hay que trasladar producciones fuera de la Unión Europea (UE) o tan lejos como Rumanía, donde la legislación laboral es absolutamente distinta a la española.

Y es que los trabajadores criados en la zona norte del concejo de Avilés se convirtieron muy pronto en verdaderos especialistas de la multinacional que había demostrado muchas veces cómo se hacía el vidrio. Y vidrio del bueno. Vidrio por millones de piezas. Y continuó haciéndolo hasta este pasado día 17. Entonces fue cuando dirección de la multinacional apagó la línea de parabrisas número 4 y, al día siguiente, hizo lo propio con la 5. En Avilés, en 2008, se llegaron a producir 2,1 millones de parabrisas. En 2019 esa cifra se había reducido a 1,3 millones anuales. Este año 2024 –antes de que en abril se notificase la orden de cese de producción de Sekurit– la cantidad de parabrisas que se iban a producir no estaba del todo clara: los sindicatos echaron de menos la claridad de la compañía sobre un asunto que ha terminado de forma tan abrupta.

Sekurit: 72 años vistos por el retrovisor

Un Citroën Berlingo, el último modelo de coche para el que se fabricaron parabrisas en La Maruca. / Archivo

Con este bagaje a las espaldas es que los trabajadores de Avilés reciben la notificación del final de su propia historia, una notificación que viene de la compañía para la que ellos han estado trabajando años y, antes que ellos, los padres y hasta los abuelos. Un bagaje como una traición que se cierra con un documento de una docena de folios que se activará en un par de semanas cuando la fábrica de donde salieron los parabrisas de los Seat 600 y de las furgonetas Mercedes Vito baje la persiana.

Lo que viene después, a la vista de las formas de la primera disolución, no parece mejor (un apaño, una promesa lanzada a los cuatro vientos). Los negociadores del ERE presentaron y presentaron propuestas para eliminar los despidos de la ecuación del cese de producción. "Y sólo respondieron con rechazos", se lamentan. La empresa decidió en abril que iba a cerrar y eso fue lo que ha sucedido. En junio de 2022 había decidido que le sobraban 40 personas. Hubo una huelga, los 40 se salvaron, pero la empresa se empeñó en deshacerse de esos 40 del principio. Y lo logró. En el principio de esta historia.

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