Fran Aspa, el más apto para encarar las artes marciales

El deportista sordociego por el síndrome de Usher, avilesino de adopción, se abre hueco en la competición para demostar que la diversidad no es obstáculo: "Para mí esto es una ilusión"

Fran Aspa junto a su entrenador Urtxi Lertxundi, durante un entrenamiento. | Mara Villamuza

Fran Aspa junto a su entrenador Urtxi Lertxundi, durante un entrenamiento. | Mara Villamuza

Myriam Mancisidor

Myriam Mancisidor

Fran Aspa Martín sufre el síndrome de Usher, una enfermedad genética que causa sordera o pérdida de la audición y retinosis pigmentaria, que le afecta a la visión. Camina con ayuda de un bastón que guía sus pasos, pero desde que conoce el diagnóstico de su enfermedad no ha dejado de avanzar. Aspa Martín es un deportista en mayúsculas. El próximo 28 de junio, sin ir más lejos, participará en la plaza de toros "León Arena" en un combate de MMM, artes marciales mixtas.

"Soy la primera persona sordociega que compite en ‘grappling’ (un método de lucha que se basa en técnicas de agarre, estrangulación y luxación de las extremidades del adversario) normalizada; es decir, voy a competir con personas sin ningún tipo de discapacidad", subraya orgulloso. Para Aspa Martín el premio es participar en la velada, pero sobre todo "dar visibilidad a colectivos aún invisibles para el resto de la sociedad y con muchas barreras por falta de información". Ese será su premio. Y es que en lo que está empeñado desde hace ya años.

Este deportista nació en Badalona hace 47 años. Ya de muy pequeño le pusieron audífono, pero nunca nadie le nombró, por aquel entonces, el síndrome de Usher. "De adolescente practicaba ‘kick boxing’, y noté que me caían golpes por los lados que no esperaba. Estaba perdiendo visión, era el comienzo de la retinosis pigmentaria. Pero nadie me explicaba por qué. Por aquella época trabajaba en un restaurante familiar y realizaba tareas de mantenimiento en centros de salud de la Generalitat", apunta Aspa Martín. Pasó el tiempo y fue en un hospital de Sabadell donde le dieron el diagnóstico: síndrome de Usher moderado.Tenía treinta años.

"Me jubilaron. Tuve que dejar el ‘kick boxing’, dejé de conducir…", relata. Todo esto unido a un grave problema familiar hizo que Fran Aspa dejara su Cataluña natal. Llegó casi por casualidad a Galicia, donde recorrió el Camino de Santiago, y más por casualidad aún aterrizó en Avilés hace tres años. No piensa irse. En la ciudad encontró el motor que le empuja cada día. "Como comentaba dejé el ‘kick boxing’ pero hacía algo de ejercicio para mantenimiento. Los médicos me recomendaron aumentar la actividad física y me apunté al gimnasio Nuevo Milenium, en la avenida de Cervantes, y me animaron a hacer MMM, artes marciales mixtas. Lo probé y me gusta, me gusta mucho", sentencia. Hace poco este deporte le llevó a competir en Oviedo, en el campeonato de Asturias, y también al País Vasco: "La gente me ve salir con el bastón que uso de guía y flipan. Mi meta no es ganar, es explicar qué es este síndrome e intentar animar a las personas con otras diversidades a hacer cualquier tipo de deporte, aunque no sea para competir".

Fran Aspa Martín utiliza en el ring el tacto, el peso (está en la categoría 75 kilos), la sensiblidad… "El hecho de participar en estas pruebas ya es una ilusión. Antes de empezar con los entrenos con Urtxi Lertxundi en el Nuevo Milenium me sentía muy inseguro y ahora he ganado confianza", recalca este avilesino de adopción que pasa varias horas en el gimnasio a la semana. Aspa se ha hecho un hueco dentro del ring, pero sobre todo fuera de él. A finales de mes irá, así, a León, a la plaza de toros, a demostrar lo que mejor sabe hacer: que con el síndrome de Usher, sordociego, también se puede avanzar.

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