Las visitas guiadas por la ciudad para que los alumnos avilesinos de Primaria aprendan la historia local, que ayer inauguró un grupo de profesores a modo de prueba, serían un absurdo en una sociedad donde se valorase y potenciase el conocimiento de lo que ya ha ocurrido. Pero no es el caso, porque estamos en un mundo donde lo inmediato gobierna a sus anchas y en el que se prioriza a menudo el intangible futuro sobre el consistente pasado, como en una permanente huida hacia adelante. Por eso, tenemos que celebrar la iniciativa de los tours para escolares por el centro histórico como una idea interesante, incluso brillante. Es muy positivo que los niños se detengan durante un par de minutos delante de la estatua de Pedro Menéndez, por la que tantas veces han pasado de largo, y descubran que tras ese pedestal se esconden las hazañas de un pionero. Algo así debería ser tan obligado como saber que los huevos no los fabrica el supermercado.