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Planes que no son plan

Sobre el reto de la industria en la economía global y el debate político

Hace poco he vuelto a leer que España necesita un plan industrial porque carece de una estrategia con la ambición suficiente para afrontar el reto de cuál ha de ser su papel en la economía global de futuro. Un anuncio que se ha vuelto cansino porque eso mismo ya lo hemos oído, y leído, mil veces y estamos como estábamos: a vueltas con un nuevo plan indus-trial, prácticamente, cada cuatro días.

Los planes industriales suelen anunciarse como la panacea de todos los males, pero enseguida se olvidan y luego, de tapadillo, se sustituyen por otros sin que los anteriores lleguen a cumplir ni la mitad de sus objetivos y algunos sin que ni siquiera se hayan puesto en marcha. Da lo mismo, lo que importa es anunciar un plan industrial, con rueda de prensa, televisión y fotógrafos.

El pasado diciembre, la Comisión Europea también anunció que entre sus grandes proyectos está la definición de una nueva estrategia industrial, un nuevo plan, para los próximos años, que impida que La Unión pierda puestos en una carrera que es esencial para su futuro.

Bruselas propone que se adopte una estrategia industrial comunitaria, pero como en Asturias no queríamos quedarnos atrás y ser menos, el Gobierno del Principado manifestó, hace un par semanas, que necesitamos un nuevo plan industrial que contemple nuestra singularidad. Un plan que debería ser novedoso, audaz y proactivo. Es más, se llegó a reivindicar que fuera precisamente Asturias quien liderará ese nuevo plan, que lleve a un cambio en el modelo productivo de España, argumentando que solo hay tres comunidades autónomas cuyo PIB industrial está por encima del 20% y Asturias es una de ellas.

Lo del PIB es cierto, pero se olvidan de que ese salto en el PIB, que se produjo en 2017, fue porque Asturias creció de una forma tan espectacular que cogió a todos por sorpresa. Nadie se lo esperaba y nadie supo explicar qué había pasado. Incluso, el propio Gobierno del Principado llegó a reconocer que habían quedado muy sorprendidos por el hecho de que la economía asturiana fuera la que más hubiera crecido de España, el 3,8%, algo insólito que no se había dado en los últimos cincuenta años.

Ningún plan, autonómico, nacional o comunitario, había previsto, ni tenía entre sus objetivos, que el crecimiento de la economía asturiana, en 2017, fuera de tal magnitud. Así que no pude por menos que acordarme de la película que resultó triunfadora en los "Oscar" de este año. "Parásitos". Una película en la que el patriarca de la familia, el señor Kim, insiste en que el mejor plan es no tener un plan. Dice que tener un plan es peligroso porque limita tus posibilidades de actuar ante un imprevisto, mientras que no tener un plan te permite actuar en función de lo que está ocurriendo en cada momento. Además, no tener un plan, supone que nadie puede reprocharte que no cumplas los objetivos.

Sospecho que eso es lo que están haciendo. Anuncian un plan industrial tras otro, pero luego no ponen en práctica ninguno. Improvisan y actúan sobre la marcha, siguiendo el consejo de la vieja y famosa frase: "Como vaya viniendo, vamos viendo". Y, lo mismo aciertan. A lo mejor es verdad que el mejor plan es no tener un plan. Pero, por lo menos, podían ahorrarnos la parafernalia de anunciar un plan industrial cada cuatro días.

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