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Mariví Monteserín

Más crisis, más dificultades

El aumento de la tensión sobre las mujeres en ámbitos esenciales

Es bien sabido que en momentos de dificultades, a través de los siglos, las mujeres siempre hemos salido perdiendo. Guerras, hambrunas, crisis económicas y laborales, y también epidemias, han ahondado en la brecha de género y han intensificado las desigualdades ya presentes en las diferentes sociedades. Siempre que las cosas se tuercen, las mujeres pagan más por ello.

La violencia contra las mujeres está profundamente arraigada y tiene muchas caras. Se sufre a diario en diferentes lugares del planeta. En los conflictos bélicos, la mujer es convertida en moneda de cambio, en esclava, en un objeto para las mafias y para los más crueles agresores sexuales.

Cuando la economía de un país empeora, la presión que se ejerce sobre sus mujeres aumenta drásticamente. Lo hace en el plano laboral, donde las mujeres se enfrentan a mayores cuotas de desempleo, discriminación empresarial por razones de género y edad, y una precariedad más alta en los sectores más feminizados.

Pero también en la mayoría de los hogares se hacen notar significativamente estos efectos, incrementándose la cargas familiares por la convención social que centraliza en nosotras las tareas ligadas a los cuidados. Esto, a su vez, tiene efectos negativos no sólo sobre la salud física y mental, sino también sobre la estabilidad laboral, llevando a muchas mujeres incluso a renunciar a sus empleos.

Como todas las crisis, la provocada por el covid-19 está haciendo rebrotar estas y otras formas de desigualdad y de violencia hacia las mujeres, que representan cerca del 70% del personal sanitario y son mayoría en sectores esenciales como los de alimentación, sanidad, limpieza o atención a personas mayores.

La amarga realidad que estamos viviendo, especialmente dura en algunos de los sectores mencionados, provoca un aumento de las tensiones y de las agresiones en el ámbito público, hacia las profesionales, y también en el ámbito privado. No debemos pasar por alto que el confinamiento produjo también un incremento de la violencia machista que demasiadas mujeres sufren en sus propios hogares, sin olvidar el desamparo al que se ven sometidas muchas víctimas de trata y explotación sexual.

De acuerdo con el Informe de Impacto de Género del covid-19 publicado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, las llamadas al 016 durante el primer mes tras la declaración del estado de alarma se incrementaron en un 31% respecto a las registradas en el mismo periodo de 2019.

Por su parte, las consultas online aumentaron en un 443,5 %, lo que revela la importancia de facilitar herramientas que faciliten a las víctimas solicitar ayuda de la manera más discreta posible.

El Servicio de Igualdad del Ayuntamiento de Avilés garantizó la continuidad de los servicios y dispositivos de atención a las mujeres víctimas de violencia de género, por medio del teléfono y a través del correo electrónico.

Y el Centro Asesor de la Mujer de Avilés –en coordinación con Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil, Servicio de Salud, Equipo de Atención Psicosocial a la Mujer del Servicio de Salud Mental del Principado de Asturias, Servicios Sociales Municipales, Fiscalía y SEPEPA– continuó prestando asesoramiento e intervención en todo momento. Actualmente son 130 las mujeres que cuentan con seguimiento policial de protección en Avilés.

La aprobación del Real Decreto-ley 12/2020, de 31 de marzo, de medidas urgentes en materia de protección y asistencia a las víctimas de violencia de género, sirvió para reconocer que el actual contexto de crisis tiene un impacto mayor en las mujeres. Pero la sociedad debe acompañar a las medidas legislativas y entender que, cuando se trata de luchar contra una crisis como la actual, tampoco somos iguales ni sufrimos los mismos efectos.

Hay mucho camino por recorrer, pero tampoco en esta ocasión nos rendiremos.

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