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Fernando Álvarez Balbuena

Corriente alterna

Fernando Álvarez Balbuena

Luces de la ciudad

La desaparición de los motivos religiosos del catálogo de símbolos usados en los alumbrados navideños

Me viene a la memoria el título de aquella película de Charlot del año 1931 al observar la iluminación navideña, la cual, desde hace ya varios años, ha dejado de usar motivos religiosos para adornar solamente las calles y las plazas de nuestras ciudades con nulas o muy escasas referencias al motivo original de las alegrías luminosas que celebraban el nacimiento y la manifestación de Cristo…

No sé a qué escondido sentimiento de desviación religiosa se debe esta ola de laicismo que nos invade. Nuestras tradiciones deberían de estar por encima de una actitud tan combativa contra la Iglesia y, más aún, contra la figura de Cristo que ha desaparecido por completo (o casi) de todos los paneles luminosos de nuestras ciudades, quedando solo algunos pequeños pueblos con los antiguos belenes, estrellas y ángeles- Pero lo cierto es que por parte de los más importantes municipios, nuestra tradición navideña ha desaparecido.

Me llaman mucho la atención algunos de los nuevos motivos iluminatorios, recogiendo otras costumbres y tradiciones muy lejanas a las nuestras. Por ejemplo, la fastuosidad de los árboles de Navidad, que son abetos nórdicos, así como renos de enormes y enmarañados cuernos, procedentes también de las tradiciones nórdicas y anglosajonas; las grandes esferas, que no sé muy bien qué representan, si al mundo en el que vivimos o a algún planeta lejano del espacio que desconocemos.

No digamos nada de la sustitución de los Reyes Mmagos, visitadores de Cristo recién nacido, a quien llevaron regalos regios (oro, incienso y mirra) y ahora, siguiendo la vieja costumbre, portadores de regalos para los niños. Paro ahora tampoco aparecen en los cuadros y carteles luminosos. Ahora, quien asume esta cariñosa y bella tarea es un personaje cuyo nombre original, también norteño, es San Nicolás o Santa Claus, pero mejor conocido por Papá Noel, representado por un anciano barbudo y de aspecto “bon vivant” del que desconocemos que relación pueda tener con el Niño Jesús.

Y creo que todo ello es una pena y un gran desacierto por parte de nuestros políticos que se creen que destruir, o al menos atacar, a nuestra religión es “progresismo”, en tanto que defender tradiciones, costumbres y espíritu religioso constituye para ellos un paradigma de reacción o de oscurantismo; es decir de atraso social que no merece más conducta que la de ser destruido. Me quedan, naturalmente, muchas más reflexiones que hacer, pero no quiero insistir sobre lo que ya queda escrito.

Solamente quiero desear un feliz año nuevo a todos cuantos han tenido la amabilidad de leer este escrito y despedirme con un tradicional ¡Felices Pascuas!, en vez del nuevo y aséptico: ¡Felices Fiestas!, porque fiestas hay muchas, pero Pascuas solamente las de Navidad, Epifanía, Resurrección y Pentecostés.

Me gustaría acabar, como mi compañero de sección, con un poema alusivo al periodo en el que nos encontramos, y que titulo, “Buenos deseos”:

“En la conciencia oscura del que olvida, /

yace la Navidad que conocimos; /

llena de paz y amor pero ya vimos, /

que hay quienes quieren darla por perdida.

Mas somos muchos los que bienvenida /

en nuestros corazones la sentimos; /

y así la amamos y la compartimos /

llenando de alegría nuestra vida. /

Por eso en estos días yo quisiera, /

que la mano de Dios te protegiera /

guiándote feliz por un sendero, /

que hacia largo futuro te encamine; /

que la prosperidad no se termine /

y te haga hermoso, el año venidero”.

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