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Dinero asgaya

Lecciones del pasado y proyectos de recuperación

Utilizo la palabra asgaya amparándome en el Constitucional, en cuanto al uso del asturiano, y porque creo que expresa mejor que ninguna otra el dinero que vendrá de Europa para el Plan de Recuperación. Hablan de 140.000 millones de euros, una cantidad que renuncio a pasar a pesetas por lo escandaloso del resultado y porque, según he leído, multiplica por diez lo que recibimos hace 35 años cuando ingresamos en la Comunidad Europea.

Así que lo dicho: dinero asgaya. Ahora falta por ver dónde acabarán esos miles de millones que no será, seguramente, donde ahora prometen como declaración de intenciones. En cualquier caso, aunque así fuera, cuesta hacerse a la idea de que las subvenciones a los coches, las bicicletas y los patinetes eléctricos, la mejora de la eficiencia energética de las viviendas, la conectividad digital total y el despliegue potencial de la nueva tecnología del 5G, puedan servir para desencadenar, por sí mismas, un cambio del modelo productivo actual y una gran modernización de la economía española.

Eso, por una parte. Y por otra, no menos importante, queda por despejar la incógnita de si hemos aprendido lo suficiente como para no cometer los mismos errores que cometimos, en el pasado, con las subvenciones. Sería volver al capítulo de las alcaldadas y las obras inservibles promovidas por partidos políticos de todos los colores. Ninguno se salva a la hora de contabilizar desastres que causan sonrojo. Aeropuertos sin aviones, autopistas sin usuarios, polígonos industriales donde solo crece la maleza, palacios de congresos que nunca se utilizaron y están en ruinas, museos de todo a cien y otros mil caprichos que han costado millonadas y siguen muertos de risa sin que nadie haya pedido cuentas.

El procedimiento es sencillo. Oye prepara algo, no sé, cualquier cosa, que hay ahí unos millones de la Comunidad Europea y no vaya a ser que los perdamos por no presentar un proyecto. Ejemplos podríamos poner a montones, pero se me ocurre uno que es para nota. Se trata de la “Pista de esquí en seco” de Villavieja del Cerro, una localidad castellana, de 89 habitantes, que construyó la insólita pista con una subvención avalada por la Diputación de Valladolid, que pagó nada menos que 12 millones de euros, y que hoy, además de que nunca se utilizó ni sirvió para nada, está desmantelada por orden judicial, al haberse construido sobre un monte quemado.

Desaguisados en lo público hubo muchos, pero también los hubo en lo privado. Sería una ardua tarea contabilizar las empresas que se aprovecharon de las subvenciones para sacar tajada y desaparecieron cuando las ayudas se agotaron. Empresas buitre cuyo objetivo nunca fue crear empleo ni riqueza.

Por eso insisto. Llegará dinero asgaya, pero es mucho lo que nos jugamos y sería imperdonable que volviéramos a cometer los mismos errores que cometimos en el pasado.

Si se lleva a cabo un verdadero Plan de Recuperación no cabe duda de que España saldrá de ésta y será otra muy diferente de aquí a pocos años, pero una cosa son las intenciones y otra lo que, al final, resulta. Si no se establecen, cuanto antes, mecanismos rigurosos de evaluación y control de la gestión de los recursos millonarios que anuncian, si volvemos a las andadas, ya nada tendrá solución y perderemos el último tren que puede salvarnos. Sería de juzgado de guardia que, disponiendo de dinero asgaya, no supiéramos aprovecharlo.

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