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Francisco Sánchez

Vita brevis

Francisco Sánchez

Barrabás

La ley de Amnistía y los indultos

Ha habido una cierta pretensión por parte de algunos de ajustarle las cuentas al régimen de Franco. Nada hay que objetar si se trata de una cuestión histórica y académica, porque siempre está bien el estudio crítico del pasado. Pero resulta ridículo que se pretenda la apertura de causas penales para castigar los crímenes cometidos durante aquel periodo ya tan lejano.

Es bastante inoperante ese esfuerzo, en primer lugar, porque serán contados con los dedos de la mano los que pudieran ser enjuiciados, porque casi todos estarán ya criando malvas. Qué ridícula fue aquella causa que pretendió abrir un juez estrella contra el mismo Caudillo, solicitando la certificación de defunción del dictador, cuando era más que notorio que había fallecido en su cama del palacio del Pardo, que menudos funerales que se le rindieron por los millones que hicieron colas larguísimas para saludar su cadáver de cuerpo presente. Y a nadie obligaron a ir, oiga.

Pero es que, además, existía y existe otro obstáculo para poder enjuiciar los actos criminales cometidos con intencionalidad política durante los largos años de la dictadura franquista. El 15 de octubre de 1977 se promulgó la Ley de Amnistía, mediante la cual quedaron exonerados de toda responsabilidad penal todos los delitos desde el año 1936 hasta el 15 de diciembre de 1976, en que se aprobó la Ley de Reforma Política, que sepultó el régimen nacido de la Guerra Civil.

Ha habido detractores de la Ley de Amnistía años después de su aprobación, tanto dentro como fuera de España, así como algunos intentos fallidos de derogarla. La principal acusación que se hace a esta ley es que, gracias a ella, quedan impunes delitos de genocidio y de lesa humanidad que las convenciones internacionales declaran imprescriptibles. Pero todos estos olvidan que la Ley de Amnistía no fue promulgada por el régimen para tapar sus delitos, sino que fue una aspiración popular y hasta el punto de que fue el Partido Comunista el principal impulsor de la misma. Los de mayor edad recordarán aquellas grandes movilizaciones en las que sus lemas centrales era; “Libertad, amnistía y estatuto de autonomía”.

Especialmente poderoso fue ese movimiento en Cataluña, donde ese lema se hizo famoso en toda España en catalán; “Llibertat, amnistía i estatut d’autonomia”. Detrás estaba el entonces poderoso Partit Socialista Unificat de Catalunya, que era el nombre que tenía en esa comunidad el Partido Comunista, que ahora se ha esfumado con los modernos que no quieren saber nada con los obreros, que son antiguos y sucios.

Aquel afán de ajustar las cuentas al franquismo parece que ha amainado, especialmente desde la exhumación de los restos cadavéricos del Caudillo de Cuelgamuros. Además, ya le han quitado a su familia el pazo de Meirás, que en su día construyó la escritora doña Emilia Pardo Bazán para pasar temporadas allí a la fresca, huyendo de los sofocos veraniegos de Madrid.

Curiosamente, ahora se han vuelto a ver por Cataluña pancartas reclamando amnistía, pero, en este caso, para los políticos catalanes que interpretaron aquel teatro bufo de la ensoñación de la independencia de Cataluña, cuya república duró escasamente unos breves segundos. No se usa esa palabra en el resto de España, porque el artículo 62.i) de la Constitución prohíbe los indultos generales, pero anda el patio todo revuelto porque parece ser que el doctor Sánchez, don Pedro, quiere indultar a los sediciosos catalanes.

Aquí estamos a la espera de lo que vaya a hacer, seguramente cuando estemos todos disfrutando nuestras merecidas vacaciones. Entonces será cuando los indulte y los suelte, justificando el acto con que es lo que quería el pueblo, como lo hizo Pilatos para soltar a Barrabás. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Contestaron ellos; A Barrabás. Pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.

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