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Juan García

Tributos irracionales

El gran socavón entre ricos y pobres, agravado por la pandemia

Hablando de impuestos, quiero recordar en este momento, una frase que escuché hace tiempo a uno de nuestros payasos más famosos de la tele, Miliki, y que guardé con celo por si un día me daba la locura de hablar y escribir sobre impuestos, poder traer la frase a colación. En mi opinión, por su sencillez y fácil comprensión, no deja de ser una sentencia con la que indudablemente, estoy plenamente de acuerdo. Dijo el payaso: “Yo en el tema de la política lo tengo clarísimo. Pago religiosamente mis impuestos y quiero que aquéllos que cobran un sueldo por gobernar, gobiernen bien.”

Y digo yo; alguno de estos progres de hoy en día, dirá que la frase pueda sonar hasta demagógica. Pero lejos de ello ¿alguien puede ponerle tan siquiera una sola coma? Por otra parte de lo que sí renegamos algunos, también criticamos, es de lo injusto, irracional y por otra parte desproporcionado sentido que alguno de los impuestos en vigor hoy en día tiene en sí mismo. Y eso señores, eso, no es gobernar bien como reclama Miliki.

O sea –imagínense lo dantesco de la situación por favor con algún ejemplo– mañana va usted de invitado a una boda, y decide –como no podría ser de otra manera– hacer un regalo a los novios de 1500 euros. ¡Oh sorpresa! Pues resulta que ese dinero, que es suyo, que Vd tiene en su casa o en el banco, que allí –en el banco– ya tuvo que dar la correspondiente explicación de cual era su destino, encima..., encima está sujeto al correspondiente impuesto que usted irremisiblemente tendrá que declarar, so pena de sanción.

O sea, que porque a usted le da la gana porque para eso es suyo, decide regalar a un hijo –ojo, a un hijo– 1000 euros como regalo de cumpleaños, ¡cuidado! debe de Vd declararlo porque igualmente está sujeto a impuesto.

Pues señoras y señores, mentalícense y háganlo, porque es tal la rigurosa interconexión que banca en general y gobiernos tienen, que uno a veces se pregunta si no estará viviendo en un verdadero estado policial. Muchas veces he sentido esa sensación, la verdad.

No es ahora el caso, pero para que se lo expliquen bien, concienzudamente, con rigor, les propongo un pequeño ejercicio que les vendrá muy bien para enterarse de muchas cosas que por cotidianas, damos por buenas y dejamos pasar. Vayan uno de estos días a visitar a su asesor fiscal e interésense por estas cuestiones y similares y llevarán –creo– bastantes sorpresas no precisamente agradables.

¿Quien niega que el estado tiene que recaudar dinero, también, vía impuestos?. No creo que nadie ose a negar tal circunstancia, sólo que gobernar bien –entre otras cosas– significa hacer un uso racional de los impuestos para no considerarlos abusivos e injustos, que es lo que son algunos de ellos tanto autonómicos como nacionales.

La progresía reinante en España, y como no en Asturias, ha intentado –durante esta larga y vil pandemia– fomentar desde la dialéctica, el gran socavón que existe entre ricos y pobres; buscaron aprobar reformas tributarias con el objetivo de aumentar la presión tributaria, intentaron establecer un ingreso mínimo universal y tomaron medidas de corte netamente populista, como el aumento o creación de algún tipo de impuesto a la riqueza, etc. y todo ello porque creen que atacando a los que más tienen, a quienes más producen, a quienes más invierten, van a conseguir aclarar sus oscuros trasfondos.

Mientras, en Asturias, seguimos pagando impuesto de sucesiones y donaciones a la par que otros se “esgañotan” intentando fomentar odio y división entre españoles de bien, que es lo que a la larga creen va resultar óptimo –entre otras cosas– a efectos impositivos.

Comenzamos un año difícil como pocos en las últimas décadas, marcado por las nefastas consecuencias de la maldita pandemia que aún tardaremos en quitarnos de encima por la poca cabeza de algunos, entre otras razones.

No va a ser un año políticamente fácil. Los ciudadanos necesitamos como nunca, gente valiente tomando decisiones valientes ante las adversidades por llegar.

Siento tener que ser tan negativo. Sólo traslado a estas líneas mis sensaciones.

Necesitamos más que nunca ayuda y amparo de la Santina de Covadonga. ¡Que así sea!

¡Pónganse a estudiar la manera de aplicar de una vez, impuestos racionales al ciudadano!

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