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Marisol Delgado

Mente sana

Marisol Delgado

Psicóloga

Los peores consejos de amor que se pueden dar

Si se percibe indiferencia, hay que hablar de lo que pasa, no liar más la madeja

San Valentín no siempre da en el clavo y les aseguro que no le ayudamos en nada con la dichosa costumbre que tenemos de dar recetas y consejos. Nos creemos gente experta (también en el amor), aunque fallemos más que una escopeta de feria.

Pasen y vean algunos ejemplos:

“Lo ideal es el amor a primera vista”. Increíble es, desde luego. El enamoramiento es una verdadera borrachera química, cuya principal responsable es la feniletilamina. El cerebro también segrega oxitocina, dopamina y otros cuantos neurotransmisores más, provocando reacciones químicas que más bien tienen que ver con la atracción. Posteriormente esa atracción puede que derive en amor. O no…

“Hazte de rogar”. Destructivo como pocos, este consejo ya lo dio en su época Sócrates indicando a una mujer que fuera agradable, pero que contuviera sus afectos. Ahora bien ¿cómo diantres se puede construir una relación sana si una parte se centra en el disimulo y en querer mantener la sartén por el mango aplazando citas o tardando a posta en contestar a los mensajes?

“Con tu amor, cambiará”. Qué simpática sería esta recomendación si no encerrara una trampa muy peligrosa. ¿Cuántas personas han aguantado situaciones dañinas teniendo en su mente esta anhelada recompensa? Se puede (y debe) negociar, intentar llegar a acuerdos, pero no vivir a la espera de un desenlace tipo cuento de La Bella y la Bestia.

“Si te quiere, sabrá lo que necesitas”. El amor no viene acompañado de ningún cachivache adivinatorio. Eso de preguntar qué pasa y recibir como respuesta “nada” o “tú sabrás” puede resultar agotador. Si se quiere algo, hay que pedirlo y, si pasa algo, hay que comunicarlo. Les sorprenderá lo bien que funciona.

“Amarse es estar siempre juntos”. Pasar de ser dos personas a convertirse en una sola no puede traer nada bueno. Cuando alguien se relaciona en pareja desde la necesidad se pierde el enriquecimiento que aportan otras esferas de la vida y se difumina la propia identidad. Dejemos, pues, el amor fusión para las novelas de la sobremesa.

“Hay que tener sinceridad total”. Eso no es sinceridad, es “sincericidio”. La sinceridad es una gran cualidad que tiene que ir siempre de la mano de la prudencia, de lo contrario, será inútil y, lo que es peor, dañina. Hasta el robot Tars que sale en la película “Interstellar” está programado para utilizar la diplomacia y no ser sincero todo el tiempo.

“Dale celos, te hará más caso”. Vaya manera de generar inseguridad y tensiones gratuitas a través de una manipulación en toda regla. Si se percibe indiferencia, hay que hablar de lo que pasa, no liar más la madeja.

“Un clavo saca a otro clavo”. No suele ayudar, más bien obstaculiza el duelo tras una ruptura. Emparejarse con la primera persona que surja puede aumentar la confusión emocional. Si es preciso, habrá que escapar también de quienes, espoleados por un bienintencionado complejo de celestina, les quieran presentar a su primo o a su vecina.

En fin, ya ven que en el amor no hay recetas mágicas. Así que, si se enamoran antes del amanecer o si tienen un breve encuentro, tomen un buen desayuno con diamantes, disfruten del esplendor en la hierba y no se olviden de soñar con ir a Casablanca, a Notting Hill o a los puentes de Madison. Continúen deseando amar y viendo el lado bueno de las cosas, aunque sea a 10.000 kilómetros, a través de la vida secreta de las palabras o con faldas y a lo loco.

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