El Gasómetro

Cuidar de la herencia natural de Asturias

De cómo regular la obligación de elaborar planes de mantenimiento para propietarios de montes

¿Quién no ha visto alguna de las múltiples versiones de la leyenda de Robin Hood y del Bosque de Sherwood? Serán menos los que conozcan que desde el año 1.215 existen en Gran Bretaña leyes que protegen los llamados "Bosques Antiguos", entre los que se encuentra el de Sherwood, al norte de la ciudad de Nottingham.

En el año 1919 se constituyó la Forestry Commission para la regulación del uso, mantenimiento y explotación de los grandes bosques del país. Este organismo no gubernamental elabora planes de mantenimiento de los bosques y asesora a los propietarios privados acerca de cómo elaborar su propio plan.

Ahora que, tras los recientes incendios, lamentamos la pérdida de once mil hectáreas de masa forestal, es el momento de cambiar de estrategia para dotarnos de los instrumentos más eficaces para la conservación de nuestros bosques y montes, antes de que una nueva ola de incendios se lleve por delante otra porción de nuestra riqueza natural.

No se trata de inventarnos los bosques antiguos como concepto, en realidad ya los tenemos, sino de regular la obligación de elaborar, por parte de los propietarios, sean públicos o privados, planes de mantenimiento, conservación y explotación de nuestros bosques y montes, priorizando las especies autóctonas y evitando aquellas que son ajenas y, además, producen enormes daños en el terreno. Eso incluye regular los accesos para evitar la aglomeración en fechas señaladas y perseguir los comportamientos incoherentes con la conservación del patrimonio natural.

La riqueza natural de nuestra región nos ha venido dada, pero eso no nos exime de cuidar de ella y dejar la herencia a las generaciones futuras. Tenemos que ser buenos antepasados.

Los incendios rara vez son producidos por causas naturales, salvo en caso de tormenta eléctrica. Sea por descuido o por intención, volveremos a tener nuevos incendios, probablemente de menor envergadura; los veranos son cada vez más largos y cálidos y con mayor frecuencia el riesgo de incendio será alto.

Con independencia de cuál sea el desenlace de las actuaciones policiales y de la Fiscalía en las tareas de persecución de los responsables de los últimos y dramáticos incendios, el daño medioambiental es enorme y duradero en un momento en el que los efectos del cambio climático son evidentes, incluso en las regiones más húmedas como la nuestra.

Ojalá la última ola de incendios sea el punto de partida para que todos hagamos lo necesario para conservar nuestro entorno natural y dejar una buena herencia a los que vienen detrás.

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