En el infierno del presente

"Cielos" es un texto culterano. A la manera gongorina. O sea, uno de esos en los que destaca la intensificación de la expresión dramática contra la claridad clásica.Y eso que es un "thriller" de espías. Tan cerca del teatro como del cine. Wadji Mouawad es el autor del texto. Lo incluyó en la tetralogía "La sangre de las promesas", que completa "Litoral", "Incendios" y "Bosques". El mundo está amenazado y con él, la verdad y con ella, la belleza. Y esta amenaza la tiene que subvertir una célula de espías en un búnker: los nervios, la maldad, la vida común atenaza a cada uno de los miembros de estos salvadores de un mundo que, de repente, están más cerca del infierno que de los cielos del título.

Este es el planteamiento de "Cielos", lo penúltimo de Peris-Mencheta, uno de los directores más notables del momento –el de "LehmanTrilogy" y "La tempestad"–, un espectáculo que se vio en Avilés (antes de anoche) y Gijón (anoche). Sin duda, lo más espectacular de este espectáculo –valga la paranomasia– es esa escenografía (de Alessio Meloni) que convierte el búnquer en un terrario y a sus ocupantes en insectos comunitarios en pos de la defensa de esa verdad, de esa belleza, de esa realidad que sale en cada una de las palabras de un Mouawad sobrepasado por su parte culterana, que no el elenco sobre la escena: exquisitamente aterrorizado.

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