Opinión | balcón al muelle

La peor defensa ante una crisis

La paradoja de Avilés, que se vuelca con su equipo en el peor momento mientras languidece otra de sus industrias

"¡Va más gente a ver salvarse al Avilés este domingo al Suárez Puerta que a pelear por el futuro de Saint-Gobain en la calle!", espetó un joven redactor de esta casa al término de la manifestación, este jueves, por un futuro industrial para Cristalería. Cerca de tres mil almas apoyaron a familias y trabajadores de la línea de parabrisas, que cesará para siempre su actividad esta próxima semana, si no lo ha hecho ya al cien por ciento cuando estas líneas vean la luz.

La peor defensa ante una crisis

La peor defensa ante una crisis / Covadonga Jiménez

Ello no quita valor a los 4.500 ciudadanos que estarán sentados hoy en el estadio municipal –aún sin formular la que será la próxima concesión–animando al club blanquiazul, en las malas y en las buenas, aunque han venido más este año de las primeras. Se presenta emocionante, cuando menos, el encuentro ante el Manchego de este domingo, pero es también la seña de las prioridades de la sociedad que nos toca vivir.

El fútbol no es ya sólo un pasatiempo en España, sino una parte integral de la identidad nacional. Ha moldeado costumbres, ha creado oportunidades económicas y ha generado debates. Mientras que su influencia tiene claros beneficios, como la unificación de las personas y el impulso económico, también presenta desafíos, como la necesidad de combatir la violencia y garantizar que prevalezcan los valores positivos del deporte. Lo que es innegable es que la afición al fútbol en España ha dejado una marca indeleble en la sociedad, como así lo atestiguan las cifras de esta semana en la ciudad: 4.500 para apoyar al Avilés en el Suárez Puerta y 3.000, en la calle, para respaldar a la plantilla de Sekurit ante el cierre inminente de la división de parabrisas en la fábrica de La Maruca.

El fervor por el fútbol también ha influenciado la cultura de maneras profundas y duraderas. La rivalidad entre equipos locales o regionales ha hecho que cada partido se convierta en un espectáculo que trasciende el estadio donde se desarrolla la competición, y las emociones que suscita pueden sentirse por todo el país. De emociones está falta, sin embargo, la ciudad de Avilés en los últimos tiempos pues, si nada lo remedia antes, este viernes verá cumplido uno de los peores episodios de su historia reciente: en apenas un lustro la industria del aluminio y, una parte de la del vidrio, habrán cerrado las puertas al futuro.

Ese Avilés que se debate entre el declive y la revitalización, es la misma villa que en otro tiempo fue el centro industrial de la Península Ibérica. El pasado ya no está presente y el futuro tampoco parece hacerse presente en esta colección de crisis que llevan a Avilés a una reconversión eterna.

Un diagnóstico realizado desde la Administración local sobre si Avilés está realmente o no en crisis ya avanzaba hace unos años que lo que sucede a escala local es un reflejo de lo que le ha pasado a la comunidad autónoma. Y añade que Avilés ha sufrido un gran impacto socioeconómico fruto de sucesivas reconversiones industriales, pero sus empresas y ciudadanos han sabido adaptarse a los cambios, para mantener el peso y la especialización productiva, lo que se ha traducido en niveles de productividad de los más elevados de la región con unos valores también elevados en su ecosistema de I+D. Pero, si esos vientos de la industria de la innovación soplan a favor, ¿por qué continúan derribándose otros pilares industriales?

En el fútbol, cuando fallan las defensas se tambalea el juego de todo el equipo. Igual que en la gestión pública. En el mundo del balompié la mejora se convierte un viaje interminable hacia la grandeza. Que gane el mejor.

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