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Vuelta a los campos de tierra

Kily, internacional por Guinea Ecuatorial y autor del primer gol del Oviedo en Tercera en 2003, alarga su carrera futbolística en el Grisú de Segunda regional

El plan surge tras una noche tomando algo, escenario habitual de las mejores ideas. Kily Álvarez (Avilés, 1984) había dejado el fútbol algunos meses antes, algo asqueado con sus últimos destinos. En Noja, los impagos hicieron mella en la plantilla a mitad de temporada provocando una desbandada general. Llegó después la experiencia en Cudillero, donde desapareció el equipo. Los últimos partidos en L'Entregu no le habían permitido combinar entrenamientos y trabajo como él quería. Había decidido abandonar el fútbol cuando su amigo Cristian Quirós le propuso una nuevo reto. "¿Por qué no juegas conmigo en el Grisú?". La idea le sedujo.

"Es difícil superar el mono de fútbol", comenta Kily, "así que me dije que por qué no. Es la mejor manera que conozco de hacer deporte". Dicho y hecho. Aquella noche de verano, un futbolista internacional había decidido que sería el fichaje estrella del Grisú, humilde conjunto ovetense, un clásico de la Segunda regional.

"Yo solo puse una condición: No jugar de lateral", relata entre risas. Después de una vida ligada al carril derecho, ahora se desempeña en cualquier lugar del campo. "Soy el chico para todo", dice. Hasta ahora ha hecho la mayoría de los goles del equipo, aunque colectivamente, al Grisú le cuesta. "Vamos mejorando pero hay veces que me marcho a casa enfadado por el resultado". Salta ahí el gen competitivo.

Echar un vistazo a la extensa carrera deportiva de Kily exige detenerse en 2003. Ahí tuvo lugar el terremoto futbolístico en Oviedo. El Real, el equipo que siempre representó a la ciudad, se tambaleaba acuciado por las deudas. El Ayuntamiento, y con él una jugosa ayuda económica, le daba la espalda y apostaba por el ACF. Fútbol artificial. Un grupo de chavales dijeron que sí al intento de salvación. No les importó que apenas hubiera garantías de supervivencia. Se trataba de un acto de fe, un salto al vacío. Kily formó parte de aquella experiencia. A él, además, le corresponde la autoría del primer gol de aquella temporada, un 1-0 al Mosconia celebrado con la fuerza de un tanto que conquista un campeonato. Fue un balón perdido en el área y un punterazo certero a la red. Y una celebración con rabia sin camiseta. El muerto estaba muy vivo.

Desde entonces, se ha considerado a Kily uno de los símbolos de aquel Oviedo. "La mayoría de rivales me conocen, me recuerdan de la etapa de 2003. Muchos me saludan en los partidos", cuenta orgulloso sobre aquella temporada. Incluso un árbitro le pidió una foto al final de un partido. "Solo tuve una mala experiencia", revela; "Ante un equipo de Avilés, un rival me dijo: 'pero tú, ¿con quién empataste?' El capitán de su equipo le mandó callar".

A pesar de no poder acudir a todos los entrenamientos y de que la clasificación no sea hasta ahora la mejor posible, Kily se enorgullece de la decisión tomada. "El Grisú es como una familia, un grupo de amigos. Me he sentido como uno más desde el primer día", cuenta. "Y está María, la presidenta, que es encantadora y que se deja la piel por el club. Lava la ropa ella misma, desde el equipo alevín al regional", añade.

El carácter familiar del club también le ha permitido a Kily tener alguna experiencia con la dirección de grupos. "En un par de ocasiones me ha tocado dirigir los entrenamientos. Me ayuda los años que he pasado jugando, eso te hace tener los conceptos en la cabeza", relata. Se da la circunstancia que Kily (31) años es mayor que Luis, el entrenador.

Sus actuaciones esporádicas dirigiendo entrenamientos, le sirven para probarse como preparador. Kily está sacando además el nivel 1 de entrenador. ¿Puede estar su futuro ligado a los banquillos? "Quién sabe, pero es algo que me atrae", contesta y elige su modelo de entrenador: "El mejor que he tenido nunca es Vicente Engonga, en la selección de Guinea. Es un gran entrenador y un diez como persona. Fue el que impuso un orden y una rutina en la selección. Antes era muy caótica". Kily también destaca a Garri, que le dirigió en el Novelda, y Arniella, Cudillero, como técnicos a los que le gustaría parecerse.

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