Humildad, cordialidad, cooperación y, principalmente, mucho corazón en sus acciones. Son algunas de las señas de identidad que destacan esta temporada en el Lloreda, que esta campaña cuenta en sus filas con cuatro equipos -un juvenil, un cadete, un infantil y un conjunto alevín-, dos más que el pasado curso.
Uno de los motivos principales de esta ampliación se debe a que el club gijonés ha acogido a un gran número de futbolistas procedentes del desaparecido Puerto de Gijón, que en junio conoció de manera inesperada que no podía continuar compitiendo, cerrando así una amplia etapa en los terrenos de juego. La noticia sorprendió a propios y extraños y puso en el aire el futuro de varias decenas de jóvenes futbolistas. Pero ahí apareció el Lloreda para tender su mano.
No en vano, el conjunto juvenil lo ha absorbido por completo, dándoles así una buena salida e impidiendo que sus caminos se separasen de cara a esta temporada, manteniendo a algo más que un equipo y consolidando un grupo de amigos que seguirán compartiendo sus aventuras alrededor del balón. Una situación que se ha repetido con un alto porcentaje en el equipo cadete, aunque en este caso no en su totalidad. De esta forma, manteniendo una filosofía muy similar a la expuesta históricamente por el Puerto de Gijón, el Lloreda mantiene su sello y, de paso, gana en envergadura en su estructura deportiva.
"Fue una situación muy extraña para todos, surgió a finales de junio, con poco margen de maniobra para el Puerto de Gijón y al ver que teníamos una política similar entre ambos clubes, se presentaron varios jugadores en nuestro club y decidimos que haríamos todo lo posible para que fichasen por nosotros y se sintieran desde el primer instante como en su casa", comenta el presidente del Lloreda Gerardo Ruibal, en una muestra de cordialidad y que pretende alargar la buena labor mostrada por el Puerto de Gijón durante décadas y que se identifica a la perfección en sus equipo juvenil y cadete.
Gerardo Ruibal apenas suma cinco meses en el cargo de presidente, pero lo ha iniciado con el pie derecho dando un gran ejemplo de algunos valores que, en ocasiones, se sienten perdido en el mundo del fútbol. A base de sensatez, corazón y sentido común, el Llorada ha logrado superar las barreras externas que se han interpuesto en el fútbol base gijonés.
El presidente de la entidad del barrio del suroeste de Gijón, cree que es un paso "muy positivo para nosotros como club" ya que considera que "podría servir para impulsar un poco más al Lloreda y animar a más niños y niñas a que se sumen a un club humilde como es el nuestro". Gerardo cree que era el momento de presentar sus credenciales y mostrar que el Lloreda es un club "humilde, que trabaja para poder crecer y darnos a conocer al menos en Gijón". El Lloreda comparte desde hace dos años su terreno de juego de hierba sintética con otro club de prestigio como es el Veriña. Una circunstancia que no es ni mucho menos problemática debido a la buena comunicación entre ambas entidades.
El club gijonés tiene muy claras y marcadas sus consignas a seguir parada dar pasos adelante en su evolución y cree fielmente en una filosofía transparente en la que "todos los niños tienen que venir a divertirse jugando al fútbol, crecer como personas y, principalmente, hacer deporte, hacer buenos amigos y disfrutar jugando", comenta Gerardo, que abre las puertas de par en par a todos los niños y niñas del barrio para que adquieran los valores positivos del mundo del fútbol y realicen una actividad deportiva.
Además, el presidente de la entidad asegura que dentro del club se cree en que "todos los jugadores jueguen todos los partidos y se pueda repartir el máximo tiempo posible para que todos se sientan igual de partícipes como equipo que son". El Lloreda ha dado una lección de humanidad dentro del mundo del fútbol prolongando el proyecto iniciado por el Puerto de Gijón y alargando su estela en sus equipos juvenil y cadete.
