Ana Corredera, es una de las organizadoras del festival de Maizu Rock, que este año vuelve a celebrarse tras el parón de la pandemia. Ella, al contrario que su primera pandilla, no se fue a Oviedo o Gijón. Sus nuevos amigos son gente que dejaron la ciudad por el pueblo en busca de una vida tranquila. Dice que muchos otros, tras la pandemia, tomaron ese camino de vuelta pero, ojo, aún no han asumido que vivir en el pueblu no es sólo encerrarse a teletrabajar. Hay que “ser de pueblu”

–Les mis amigues marcharon toes porque se queríen dedicar a lo suyo, pero yo, que estudié un módulo de fotografía, me quiero quedar aquí y la consecuencia es esa: tener trabajo estable, entre comillas. Yo estuve de recepcionista en un hotel, en una tienda de camisetas... Aquí se trabaja con las campañas turísticas, empiezas en Semana Santa y hasta después del puente de noviembre. Es estable porque siempre vas a tener algo de trabajo, pero va a ser estacional. Tampoco se me apetece marchar. A Oviedo y Gijón voy y vengo si me apetez. Sí me planteé marchar para Oviedo para Gijón, pero estoy tan a gusto aquí... Eso va también con la forma de ser. Yo estuve un año viviendo en Oviedo y no valgo para estar en un pisu. Me estreso. Yo era la loca del portal que decía buenos días a todos y caminaba lento por la calle. Son formas de hablar, al final claro que de adaptas a la ciudad, pero yo prefiero estar tranquilamente aquí en Cangas de Onís tomando un café. Conoces a los vecinos, sales a dar un paseo, te quedas a cenar en su casa de cháchara...

Ana Corredera es coautora del libro “Abriendo camino”, sobre la escena musical del Oriente de Asturias y forma parte de la asociación cultural Sintir, de Cangas de Onís, que es la entidad organizadora del festival de música “Maizu Rock”, que se celebra en Intriago y regresa, tras el parón de la pandemia, los próximos días 1 y 2 de julio.

–Toda la gente con la que ando ahora es una chica de Arriondas que se vino de Aragón a vivir aquí, y otros de Avilés. Son todos de fuera que ahora están aquí porque buscaban otra forma más tranquila de vida. La gente que viene aquí y lo conoce se quiere quedar. Es verdad que, a consecuencia de la pandemia, se está volviendo a los pueblos. Pero lo que yo digo mucho es que, en verdad, no se está volviendo. Se está llevando la forma de vivir de las ciudades a los pueblos. Que es diferente. ¿Qué quiere decir esto? Yo en un pueblo tengo trabajo: soy ganadero o llevo la carnicería del pueblo, por ejemplo. Pero ahora la gente que está llegando es gente que trabaja telemáticamente y al final no aporta a la forma de vivir del pueblo. Mucha gente que vino se mete en casa delante de un ordenador y pocos hacen vida en el pueblo. Entonces está muy bien que ahora esté de moda el pueblo, pero lo normal es ir a hablar con los vecinos, hacer vida.

Ana, como todos los cangueses, sabe bien de la importancia que tiene el turismo para la economía local. Sus trabajos estacionales dependen en buena medida de los visitantes que cada verano riegan la economía de Cangas de Onís. Sus recuerdos infantiles también están marcados por el turismo y ese raíl de visitas intensivas que discurre entre Cangas-Covadonga y los Lagos. Vive en Soto de Cangas y no se le olvidan las caravanas de visitantes camino del santuario. “A veces, de jovencina, yo me acuerdo que para llegar a tiempo al cine nos bajaban por una pista y nos dejaban a la entrada de Cangas porque era imposible cruzar por la carretera. Afortunadamente, con el plan de autobuses a los Lagos parece que eso se está regulando”. Sí, el turismo está muy bien y da de comer a todo el concejo. Pero también tiene sus inconvenientes.

Ana Corredera, en los soportales del Palaciu Pintu, donde se celebra el tradicional mercáu de Cangas de Onís. Julián RUS

–Creo que hay demasiada casa rural, demasiada. Luego, al final, quieras o no eso repercute en la vida de aquí. Date cuenta una cosa, ¿qué hace la gente de aquí que busca vivienda? Por ejemplo, tengo un amigo que se quiso venir a vivir de Avilés a Cangas y estuvimos más de dos años para encontrar una casa. Una casa pequeña porque todas las que hay son rurales (de uso turístico) y la gente te dice: yo te la alquilo de octubre a marzo, pero luego te vas o pagas el precio de la casa rural. Entonces, al final eso también hace que pierdan vida los pueblos. Hay una casa muy guapa a la que va gente de vacaciones pero no hay pueblo. Y entonces también la forma de vida no deja de ser temporal. A mí es una cosa que me da mucha rabia.

Ana promueve distintas actividades culturales, pero se da de bruces con la realidad demográfica.

–La gente joven antes volvía, pero ahora ya no vuelve ni los fines de semana, que es cuando podías hacer algo de cultura. Ahora, por ejemplo, tú organizas un ciclo de cine los miércoles, cómo pasó hace poco, y la media de edad es un poco alta. Voy a meter una pulla, que me van a matar, pero creo que Cangas de Onís tien dos problemas principales desde el punto de vista cultural. Una es la gente que se va y al final no participa porque está fuera y otra es la falta de infraestructuras. Si haces cualquier cosa en la Casa de Cultura, es muy pequeña y no tienes otra opción. Si quieres hacer un festival de cine potente o algún concierto no tienes espacios. Se echa de menos un local grande. El teatro Colón está cerrado y lo quiere comprar el Ayuntamiento, pero no hay manera. Entonces al final no hay espacios. Date cuenta de que desde Llanes hasta Infiesto no hay ningún sitio grande. Sí hay sitios muy pequeñinos pero no hay aforos que superen las doscientas personas.

Ana se queda con lo cercano, con la gente que echa el tiempo que haga falta en tomar un café. Aunque la gente siga siendo la gente.

–De la pandemia se decía que íbamos a salir mejores y salimos peores. Seguimos igual. La gente que de verdad cuidaba al que estaba al lado lo sigue haciendo y el que no, pues no. La pandemia afectó a las personas mayores de los pueblos que se vieron aisladas, pero en otros, donde había piña se hizo más piña. No creo que el virus nos vaya a cambiar mucho a todos. No creo que el que era malo se vaya a convertir en buena persona. Solo hay que ver el centro de salud. Primero los sanitarios eran todos muy buenos y luego vas al médico y los ponen de vuelta y media. ¿Pero no íbamos a ser mejores personas?