Son las doce de la mañana. No hace sol ni tampoco llueve. El día está más bien cargado de nubes, pero la temperatura es exquisita para salir de ruta. Sin embargo, por la senda peatonal de El Tranqueru, que conecta Perlora y Xivares, no transita prácticamente nadie. El silencio, tan sólo interrumpido por el sonido de alguna que otra maquina, reina en el camino tanto de mañana como de tarde. Todo desde que el pasado 16 de marzo, la ladera del monte se desplomase sobre la playa llevándose con ello más de 30 metros de su recorrido. El resultado es una senda muda, que permanecerá en afonía, al menos, hasta finales de este mes, momento en el que se prevén que finalicen las obras.

Y eso que «El Tranqueru» siempre fue una de las rutas más cotorras de todo Carreño. Por El Tranqueru transitaban cientos de personas al día, ya fuese a pie o en bicicleta, sólo o en compañía. Eran muchos los que, además, completaban este camino, de 1,6 kilómetros y que transcurre por la caja del antiguo ferrocarril de «El Carreño», a diario. Las vistas desde allí no tenían precio para sus usuarios. Sin embargo, ahora la realidad es muy distinta y transitan muy pocos. Entre ellos, José Rogada Fernández.

Este vecino de Oviedo y natural de Santa Cruz de Mieres veranea en Carreño desde hace más de 50 años. Tanto en verano como en invierno saca su bicicleta para pedalear por El Tranqueru, pero mientras que antes del argayo tenía que andar esquivando a cientos de transeúntes, ahora puede ir a su aire y a la velocidad que le pida el cuerpo.

Muchos vecinos tanto de Candás como de Perlora y, más aún, de Xivares que se están viendo perjudicados. «Era el único sitio por donde podíamos pasear. Aquí hay mucha gente con perro y ahora por verano a la playa no puedes llevarlo, sólo nos queda sacarlo por la carretera», afirma Rosa Álvarez, presidenta de la Asociación de vecinos de Xivares.

«Tenemos muchas quejas, porque nos afecta mucho esta situación y además, el tramo por el que se puede circular está completamente descuidado» agrega.

No obstante, El Tranqueru no es el único camino mudo en Carreño. También esta la Senda Norte de San Antonio y en este caso, el silencio que reina en su recorrido no es a causa de un argayo, sino fruto del abandono. Desde que el consorcio Costa Norte se disolviera el año pasado a causa de la crisis económica, la ruta candasina está en más absoluta desidia. «Pedimos que se conserve, porque es parte del patrimonio de este pueblo. Está abandonada y la imagen de cara al turismo es penosa», afirma Luis Fernández, presidente de la Asociación de vecinos de Candás. Más aún, si como indican en la Oficina de Información turística, la zona de San Antonio es una de las más frecuentadas por los visitantes.

En este camino, que comunica el barrio de Piñeres precisamente con San Antonio y el faro de la villa, crecen los matorrales y las camadas de gatos a un ritmo vertiginoso. A consecuencia de ello, por la senda casi no se puede circular y los bancos de madera, desde donde se pueden contemplar hermosas vistas de los vecinos Antromero y Luanco, están totalmente ocultos bajo la maleza.

Y a ello bien se podría unir el mal estado en el que se encuentra la playa de Rebolleres y sus alrededores, así como el punto, donde estaba situada la ermita de San Antonio y que fue retirada por miedo a que los continuos argayos en el cabo se la llevaran por delante.

También la ruta clariniana (en referencia a la presencia de la narrativa de Leopoldo Alas Clarín en Carreño), que transcurre por las carreteras de varias parroquias requiere una limpieza a fondo. Las cunetas de las vías están llenas de vegetación y eso pone en peligro a sus usuarios, que carecen de una senda peatonal por la que poder caminar.

Más de lo mismo sucede con la ruta arqueológica del Monte Areo, que alberga la necrópolis tumular más importante del norte de España. El camino de acceso ya sea al Cierru Los Llanos y Les Huelgues de San Pablo está lleno de socavones, lo cual dificulta su acceso a turismos.

Todas ellas son rutas de un gran interés turístico, pero de no cuidarlas acabarán siendo mudas para siempre.