"Nervioso, pero muy contento". Así decía estar el pequeño vecino de San Justo Samuel García minutos antes de tomar la primera comunión en la capilla de Santiago de la localidad. Una celebración que fue la excusa perfecta para lucir las mejoras efectuadas en las últimas fechas en esta coqueta ermita, que cada último sábado de mes acoge una misa.
Todos los asistentes destacaron el hermoso resultado de lo trabajos, que supusieron una inversión de unos 1.200 euros y se dedicaron a varios fines como la pintura interior y exterior del edificio, el acondicionamiento de la cornisa y la restauración de la campana. Mejoras todas ellas que dejaron la capilla como nueva y fueron aplaudidas por los feligreses, muy reivindicativos con los atractivos de su pueblo. "San Justo es como si no apareciese en el mapa, pero es muy bonito", coincidían en señalar varias mujeres que ayer no quisieron perderse la comunión de Samuel.
Los protagonistas de la celebración no fueron otros que los niños. Además de con el protagonista de la cita, los actos contaron con la participación del gaitero de once años de Oles Luis Tuero, que animó con varios temas la mañana, mientras que otros niños como Sara Martínez, Rubén Jiménez y Hugo García se encargaron de las lecturas de los oficios religiosos, que ensayaron con esmero momentos antes de que comenzase la misa.
Muy contento se mostró también el párroco de San Justo, Manuel Robles, encantando con el resultado de las mejoras y muy feliz por la buena acogida y disposición de los feligreses a todo este tipo de mejoras. "Da gusto ver el agradecimiento y satisfacción de la gente del pueblo al ver cómo ha quedado todo", declaró el sacerdote, que ayer mismo se encargó de oficiar una primera comunión con asistencia de vecinos y amigos de la familia de Samuel a los que el intermitente orbayu no consiguió chafar el que posiblemente fuese su día más importante del año.
