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Elsa Rodríguez (de pie), con las alumnas Chris Evenden y Rocío Díaz.M.N.M.

Emoción contenida en Posada

"Sabemos que tenemos las herramientas, pero no cómo usarlas", dice la pedagoga Elsa Rodríguez, que enseña a los llanerenses a compartir sentimientos

"Sabemos que tenemos estas herramientas, pero no sabemos usarlas", La pedagoga Elsa Rodríguez dice que mucha gente tiene limitaciones respecto a la gestión de sus emociones porque nadie le enseñó a hacer uso de ellas. Uno de los objetivos del taller "El objetivo eres tú", organizado por el Ayuntamiento de Llanera y que ella misma imparte y coordina en Posada es, precisamente, conseguir hacer un buen uso de esas emociones que todos tenemos. Participan en el taller 20 personas, casi todas mujeres.

"En el colegio nunca nos enseñan a controlar las emociones, y es algo muy necesario saber compartir experiencias con los demás, agradecer las cosas que tenemos, verlo todo desde otra perspectiva", sostiene la monitora. "En general trabajamos mucho las emociones, que son las grandes olvidadas y les cuesta mucho trabajo. Todas las temáticas hacen hincapié en este aspecto, el control de las emociones".

La iniciativa tiene vocación de enseñar a las personas a conseguir el bienestar físico, mental y social. Y para ello se trabajan numerosos aspectos de la vida como la alimentación, el afrontamiento del fracaso o la mejora del físico. Este año, una de las novedades del taller es precisamente una serie de sesiones deportivas y también un curso sobre la espalda, para ahondar en la enseñanza del bienestar físico En las primeras charlas ha comenzado a hablar sobre la felicidad y sobre cómo convertir el fracaso en éxito. Las clases dinámicas, que todos participen, que intercambien opiniones y experiencia. La falta de motivación es un denominador común de la gente que acude a estos talleres, pero la monitora confía en que con el tiempo se integren.

Una de las alumnas, Rocío Díaz, de Villabona, explica: "En estos dos días que llevamos mucho avance no se ve". Piensa que sería más práctico desde un principio ver algún logro, pero confía en que conforme avance el curso sea más estimulante.

La monitora, por su parte, asegura que está acostumbrada a este tipo de reacciones ante el curso, sobre todo en un primer momento. "Lo normales que la gente acuda a los cursos sin mucho entusiasmo, pero muchos de ellos se encuentran, con el tiempo, con una motivación creciente, asegura Elsa Rodríguez, y relata una experiencia muy significativa que le ocurrió el año pasado en un curso de características similares.

"Recuerdo, en concreto, una mujer que el primer día llegó y se puso a leer el periódico, que no tenía ningún interés, y al final terminó el curso participando como la que más y agradeciéndome que le hubiera hecho cambiar de manera de pensar; terminó el curso regalándome un libro; lo normal es que empiecen sin mucha gana, pero al final se consiguen buenos resultados; acaba siendo una terapia de grupo y a la gente le viene bien, porque nunca te paras a hablar con nadie sobre cómo te sientes". Y, además, hay diferencia entre mujeres y hombres. A estos últimos "les cuesta más participar, y al principio, como no se conocen, es difícil que se abran. Pero, normalmente, a medida que avanza el curso todo mejora. Los hay que tienes hasta que mandarlos callar", concluye.

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