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PABLO ALONSO | Científico, "Moscón de oro" local y pregonero de Santiago y Santa Ana

"España puede hacer ciencia de primera, le falta dar estabilidad a los científicos"

"El grafeno puede lograr que los teléfonos móviles, en vez de rígidos, sean flexibles e, incluso, que se integren en la ropa"

Pablo Alonso, en Grado. S. ARIAS

El científico moscón Pablo Alonso, "Asturiano del mes" de septiembre de 2015 de LA NUEVA ESPAÑA, ha sido distinguido con el galardón "Moscón de oro" que otorga la asociación "Amigos de Grado". El premio se une ahora a su encargo como pregonero de las fiestas de Santiago y Santa Ana, que le hace mucha ilusión. Alonso es un científico de primer nivel internacional; prueba de ello es que fue distinguido como mejor investigador novel por la Real Sociedad Española de Física. Se doctoró "cum laude", es investigador visitante del centro nanoGUNE de nanociencia de San Sebastián, donde trabajó en los últimos años antes de dar el salto a la Universidad de Oviedo, y asesora a la Academia de Ciencia de China.

Su labor investigadora con el grafeno, un material que permite controlar de forma eléctrica la propagación de la luz a nanoescala para crear los ordenadores del futuro, ha sido publicada en las prestigiosas revistas científicas "Nature" y "Science". Ahora recoge las mieles de su trabajo entre sus vecinos, quienes le premian con el "Moscón de oro" y esperan sus palabras desde el balcón del Ayuntamiento en el pregón que ofrecerá el próximo viernes a las 20.00 horas.

-Recibirá el "Moscón de oro" en octubre. ¿Ilusionado?

-Mucho. Fue una sorpresa; que el pueblo donde vives te reconozca lo que has hecho, en este caso profesionalmente, porque no hice nada por el pueblo, me hace sentir orgulloso. Hay mucha gente que hace cosas de todo tipo por Grado, pero que se valore el ámbito profesional también me da mucho orgullo de mi pueblo. Allí donde voy todo el mundo conoce Grado y quiere venir.

-¿Puede decirse que es un embajador moscón?

-Sí, de hecho muchos amigos vienen y, si yo no estoy aquí y pasan por Grado, paran igual. Yo siempre digo que es un pueblo en un valle verde, donde hay gente peculiar, anécdotas muy graciosas y que tenemos la tradición mercadera y todas estas cosas de las que presumimos los de Grado.

-Recientemente regresó a la Universidad de Oviedo como investigador, ¿cómo ha sido la vuelta a la villa moscona?

-Soy una persona familiar y tenía muchas ganas. Es cierto que hay personas que cuando viven en un sitio pequeño y les saludan por la calle no les gusta y les causa rechazo. A mí, conocer a la gente, el contacto diario, me encanta. Quizás porque durante muchos años no lo tuve, pero soy de tener una relación estrecha con la gente con la que convivo.

-Le han encomendado el pregón y el chupinazo de las fiestas de Santiago y Santa Ana, ¿cómo recibió el encargo?

-Me dio más sorpresa aún porque no me gusta hablar en público cuando no se habla de ciencia. Me va a costar, pero también es un orgullo que hayan pensado en mí y estoy superagradecido. Para mucha gente en Grado es importante el pregón, e intentaré hacerlo lo mejor posible y ser bastante escueto. La gente que acuda a la plaza del Ayuntamiento va a compartir conmigo el inicio de unas fiestas que para todos significan mucho. Santiago y Santa Ana es el momento de disfrutar de los reencuentros; yo, por ejemplo, cuando estaba fuera, siempre venía a las fiestas. Además, se vuelve a vivir esa experiencia de la adolescencia, cuando Santa Ana era lo máximo del verano.

-¿Cómo lleva el pregón?

-Todavía no he empezado, ¿alguna idea? No sé todavía, no suelo preparar las charlas y cursos que doy hasta el día antes, y creo que con el pregón pasará lo mismo. Sí que voy teniendo pensamientos esporádicos, pero no hay nada planificado.

-¿Cómo vivirá los festejos?

-Sacaré a mi hija al desfile por primera vez, e intentaré salir un poco la noche antes. Y después, al parque, como todos los años, a comer con la familia la empanada, la tortilla y los filetes. Es un día que me gusta mucho y eso que nunca llego al agua, me canso enseguida. Por eso siempre me prestó ir a comer al prao, aunque luego cuando veía a la gente por ahí pasándolo tan bien después del agua me daba envidia.

-Y, ¿cómo es trabajar de nuevo en la Universidad de Oviedo, donde se formó?

-Estoy muy contento con el apoyo que me está dando el área de Física de la Materia Condensada y estoy intentando montar un laboratorio que me permita empezar a hacer muestras de grafeno con otros materiales bidimensionales. Por ahora no tengo equipos para caracterizar las muestras, y como sigo de investigador visitante en el Centro de Invesigación Científica NanoGUNE del País Vasco lo haré allí. Ahora estoy esperando el resultado de un proyecto europeo que me daría financiación para hacer todo el proceso en Oviedo.

-¿Cuál es el valor que tiene el grafeno?

-Tiene aplicaciones para el futuro en sensores, fotodetectores ópticos a nanoescala, en química a nanoescala e incluso para información cuántica.

-Parece que en Grado la física comienza a entenderse y todo el mundo sabe qué es el grafeno, ¿hace divulgación aquí?

-Todo el mundo me pregunta por el grafeno y los nuevos materiales, la verdad es que la gente se interesa por la ciencia y me dicen: "¿qué ye eso del grafeno?". Es un material con muy buena prensa por sus propiedades particulares y buenas. Siempre digo que el mejor ejemplo es que podrían enrollar el móvil o meterlo debajo del agua. El grafeno puede permitir que estos dispositivos, en lugar de ser rígidos, sean flexibles o que se integren en la ropa.

-¿Cuál es su futuro?

-Si se demuestra que es mejor que el silicio, tiene mucho futuro, pero hay que demostrar que es, por lo menos, dos o tres veces mejor; si no, no va a ser rentable para cambiar el modelo productivo. Un nuevo material, para abrirse camino, tiene que sobrepasar al material antiguo en mucho.

-¿Hace España ciencia de primer nivel?

-En España se puede hacer buena ciencia y publicar en las mejores revistas y, sin embargo, no te ves apoyado por el sistema porque te condiciona a irte fuera. Luego, cuando vuelves, vienes con una sapiencia que te da derecho a poder seguir aunque no hayas hecho algo bueno a nivel formativo. Creo que es un complejo de inferioridad de los españoles. Es cierto que hace años sí estábamos a años luz de otros países, pero ahora tenemos las condiciones para hacerlo, con edificios bien equipados y materiales para hacer ciencia, lo que no hay es un compromiso para que los científicos tengan un futuro estable. Se invirtieron millones de euros en salas que están sin técnicos.

-¿Qué falla para que los científicos españoles no puedan dar el salto al sector industrial?

-Creo que no hay continuidad desde esa etapa formativa a las empresas de I+D, que en realidad son pocas en España. Hasta la sociedad en sí, que no ofrece los mecanismos necesarios para que los científicos se integren en el tejido industrial. Es así desde el que toma decisiones, que no lo valora y lo utiliza como palabras bonitas en campaña, y ni eso, porque casi no lo mentan. A los grupos de científicos de Estados Unidos con los que nosotros competimos en publicaciones del mismo nivel les cuesta mucho mantener a los investigadores porque tienen ofertas de trabajo en empresas tecnológicas muy importantes, es lo que falta en España.

-¿Cómo ve Asturias después de 13 años fuera?

-Veo una sociedad hasta cierto punto relajada, pero también un poco pesimista, Estamos hechos a una realidad que no nos gusta. "Ta muy mal", se dice... en lugar de hacer. Asturias siempre fue una tierra de cambio, en la que la gente se unía y se hacía todo lo posible para el cambio; ahora estamos un poco aletargados.

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