Los jabalíes cada vez tienen más "arrinconados" a los vecinos de Siero. El último ejemplo de lo que para muchos es ya una plaga sin precedentes se vive en Granda, donde los ataques a las fincas privadas y las huertas de vecinos de zonas como El Campo se producen "prácticamente a diario" y se llevan por delante el trabajo de unos propietarios que ya no saben a quién acudir para obtener una solución.

Es el caso de Mario Menéndez, un vecino que todavía esta semana vio cómo los suidos invadían su pomarada y le levantaban casi la mitad de toda su superficie, además de dejar totalmente dañado un pequeño pomar del que esperaba obtener manzanas para la próxima temporada. "Te desmoralizan", apunta.

Menéndez dice que la única salida que se da en estos casos es denunciar los daños, pero asegura que esa vía ya está siendo descartada por todos los afectados. "La gente ya pasa de denunciar porque ni compensa ni sirve para nada", sostiene en referencia a un procedimiento que en su caso le llevó a esperar unos 15 meses para percibir seis euros por los 50 metros cuadrados de pomarada dañados por los animales salvajes. "No me da ni para pagar la grana que eché para que volviera a salir la hierba", comenta.

Todo ello a pesar de que siempre trató de tomar soluciones por su cuenta. "Tengo un cierre doble ovejero, pero el ansia por comer les hace buscarse la vida para romperlo o sortearlo", indica, para luego lamentar que no se deje tomar medidas a los propios vecinos para subsanar la situación. "Encima, si a alguien les da por matarlos o ponerles un lazo te cae un buen paquete", recuerda acerca de una legislación que en su opinión genera un descontento generalizado. "Da la sensación de que nada es tuyo, pues pueden usarlo hasta los animales sin que puedas hacer nada por evitarlo", relata con tono de resignación.

Del mismo modo, lamenta que a la hora de pedir ayuda a la administración esta se desentienda. "Te vuelven loco enviándote de un sitio a otro sin llegar nunca a buen puerto", clama un vecino que en sus alegaciones con respecto a los daños sufridos renunciaba a percibir indemnización alguna. "No quiero dinero, sino que me reparen el daño porque por mi edad no estoy en condiciones de trabajar tanto", sentencia este jubilado del sector del automóvil.