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La vuelta al campo contra la crisis

Emprendedores de Siero han conseguido rentabilizar explotaciones agrícolas adaptándose a los nuevos tiempos

La vuelta al campo contra la crisis

El sector agrícola se viene quejando desde hace años de las dificultades que tiene para salir adelante. Se hablaba ya de la crisis del campo antes del golpe de la gran crisis financiera. Sin embargo, hay gente que ha sabido darle la vuelta a la tortilla. Con la llegada de la crisis económica, muchos sectores se derrumbaron o empeoraron sus condiciones, y el campo surgió como una alternativa de autoempleo nada desdeñable. Es lo que han hecho tres empresas asentadas en Siero: Arenal Finca Ecológica, Comercial y Mecánica El Rayu y el reestaurante Abrelatas. Para salir adelante, las tres han optado por adaptarse a los nuevos tiempos y concebir el trabajo en el campo de una forma novedosa.

La finca Arenal, ubicada en Muncó, nace de la iniciativa de tres socios: Miguel Pernás, Omar Acevedo y Olmo Santamaría. Los dos primeros eran agentes comerciales, y el tercero, estudiante. En vista de que su sector no les satisfacía, dieron un giro absoluto y se decantaron por la producción ecológica. Cultivan todo tipo de productos, de los que destacan, especialmente, los tomates, que venden todos los martes en el mercado de la Pola. Pero también cultivan hortalizas, plantas aromáticas y medicinales, y cereales. Entre ellas, producen el amaranto y la berza kalé, un alimento muy cotizado entre los veganos: "Tenemos muchos clientes veganos que eligen este tipo de productos", dice Pernás. Su explotación quiere distinguirse por el respeto a la naturaleza, por mantener un ecosistema rico y que conserve la diversidad. "Lo que hacemos es plantar lo más posible, cuando hay esta diversidad los cultivos son más resistentes a las plagas", asegura.

Confiesa que los principios "fueron muy duros, porque es mucho trabajo y cuesta empezar a vender", pero con el tiempo han ido aumentando su produccion y ganándose "un hueco en el mercado", no solo en el de la Pola, sino también en otros del resto de Asturias.

Para el propietario del restaurante Abrelatas de la Pola, Borja Alcázar, dar el salto al autoabastecimiento fue un proceso casi natural. "Mi abuelo siempre tuvo ganado y huerta, y mi madre también. Yo lo que hice fue ir cogiendo el relevo de ellos", relata.

Alcázar tiene en Sariego una finca agrícola y ganadera. Desde hace tres años ha empezado a criar ganado y a plantar alimentos con los que está empezando a abastecer su propio restaurante. Lo que más ha asentado es el ganado. Actualmente tiene una vaca casina, dos asturianas de los valles, dos de raza mezclada entre frisona y asturiana de los valles, y una angus, raza escocesa cuya carne tiene muy buena fama. También ha empezado a criar pita pinta asturiana.

Por otra parte, planta tomates de cuatro variedades distintas en un invernadero, a las que piensa sumar el próximo año el tomate gordu de Bimenes, y en la huerta al aire libre cultiva fabes de la granja, patatas, cebollas y berzas. Hasta ha plantado un viñedo de la variedad tinto Albarín, autóctona de Cangas del Narcea, para elaborar su propio vino.

"Casi todos los productos que tengo en la cocina son asturianos; para mí, la gastronomía y el medio rural asturiano no pueden vivir el uno sin el otro. Aparte de que a mí siempre me gustaron la agricultura y la ganadería, lo que intento es unirlos con la cocina, que es lo que me gusta; y después está el beneficio que te da para el producto trabajarlo tú; yo sé lo que les doy de comer a las vacas, me gusta que sea todo natural; es difícil encontrar por ahí un engorde como el natural en casa".

La última vaca que mató, hace dos meses, pesaba 420 kilos en canal, una de raza asturiana de los valles de doce años, engordada con harina de maíz, harina de cebada y paja. Toda esta carne se ha vendido en su restaurante.

Loreto Jorge y Pablo González, vecinos de la Pola, trabajaban en una empresa de maquinaria agrícola que comenzo a tener problemas de liquidez, y en vista de que cada vez les era más difícil cobrar, decidieron irse.

Aprovecharon su experiencia y se asentaron en El Rayu, en la parroquia de Vega de Poja. Allí abrieron su taller de maquinaria agrícola, aprovechando un cierto repunte del sector. "Se nota que está resurgiendo, porque a la gente le gusta cada vez más cultivar sus propios productos", dice Loreto Jorge. Para dar más rendimiento a su empresa, han compatibilizado su actividad con la mecánica de motos. Pero, en todo caso, su valor es lo que le aportan al trabajo en el campo, y también su ubicación. "A la gente le gusta mucho la zona en la que estamos, valoran la tranquilidad".

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