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Jaime García, tras un montón de corchos.MARIOLA MENÉNDEZ

Chinos y rusos elevan el precio del corcho asturiano

La alta demanda extranjera revoluciona el mercado de los tapones, que escasean

La entrada de los chinos y los rusos en el mercado de los corchos ha revolucionado el sector en la última década. Lo confirma el empresario sierense Jaime García Roza, gerente de una de las principales distribuidoras en Asturias, que se ubica en Granda (Siero). Según sus datos, sólo China demanda 2.000 millones al año, lo que representa casi el 10% de los que se venden en el mundo, donde al año se corchan 20.000 millones de botellas.

Esto se traduce en una ligera subida de los precios al haber más demanda y que empiezan a escasear los corchos naturales -considerados los de más calidad y principalmente usados para el vino- y los granos buenos para producir los de aglomerado, estos últimos para la industria sidrera. No obstante, Jaime García asegura que en Asturias la demanda está cubierta. El sector de la sidra acapara el 90% de los tapones en la región; el resto va para la industria del vino. "China y Rusia eran países que trabajaban mucho los graneles -el vino y las bebidas en general-, pero en los últimos diez años empezaron a embotellar", explica García sobre su irrupción repentina en el mercado.

El 80% del corcho que se produce en el mundo sale de los alcornoques de España y Portugal. El resto, procede del norte de África -Marruecos y Argelia- y de Cerdeña (Italia). Son árboles que se dan sólo en el Mediterráneo occidental, destaca Jaime García, y son de crecimiento lento. Desarrollan la corteza de forma amplia y al año crece entre medio y un centímetro, explica.

Y, en tiempo, ¿cuánto supone? García indica que al alcornoque se le hacen dos cortes. El primero, cuando tiene quince años de vida y después, cada nueve o diez años. "Pero el primer corcho que vale lo consigues de la corteza que sale después de 40 años. Es decir, después de 15 años y el tercer descorte", argumenta. Es un árbol que produce una media de 200 años, aunque algunos llegan hasta los 300. Cuando se saca la plancha del árbol tiene que airear unos cinco años.

La cuestión es que el corcho se produce en una zona muy concreta y reducida para abastecer al resto del mundo. "La demanda de tapón es considerable", insiste. Y más desde que chinos y rusos empezaron a embotellar bebidas.

¿Cómo afecta este incremento de la demanda a la industria sidrera? "En la sidra no tenemos problemas porque el tapón natural, que es el virgen, es el más demandado. Hay poca cantidad y es el tipo de corcho que demandan las bodegas de vino", explica. También es más caro y el sector vinícola, que trabaja con márgenes de negocio más amplios que los de la sidra, se lo puede permitir. Al escasear el natural, los sobrantes de obtener este tipo de corchos, se trocean para obtener grano. Éste se mezcla con colas y se obtiene el tapón de aglomerado, del que hay distintos tipos y formas de elaborarlo. "El problema es encontrar grano en condiciones para hacer un buen tapón aglomerado", destaca Jaime García.

El precio de mil corchos naturales ronda los 300 euros, mientras que la misma cantidad de aglomerado oscila entre los 20 y 60 euros, dependiendo del tipo que sea. "El problema es encontrar grano de calidad", insiste.

Y, ¿qué cualidades ha de tener un buen tapón? Jaime García responde: "recuperar bien, que en poco tiempo tras corchar, consiga llegar al tamaño original o al 95% del que tenía antes". De no ser el natural, recomienda el de microgranulado, fabricado por el sistema de moldación. Es decir, que los tapones que realizan en moldes individuales.

"Consigue recuperar tanto a lo alto como a lo ancho en la botella", resalta. Es importante porque "la principal característica de un tapón es que selle herméticamente la botella".

Ante la escasez de corchos, hubo intentos por buscar otros materiales como silicona o plástico y de rosca. Pero, "la tendencia es volver al de corcho. Los otros están en retroceso porque dan problemas", argumenta el empresario sierense.

Para él, el presente y el futuro de este negocio está en el tapón de grano fino y de moldación, principalmente para la sidra, pues teniendo en cuenta el precio al que se comercializa, "ha de ser barato". Aunque el natural es el de mayor calidad, es demasiado caro para los márgenes en los que se mueve la bebida asturiana, de ahí que quede principalmente para el sector del vino.

No obstante, aunque rusos y, principalmente, chinos hayan entrado de lleno en el mercado del corcho, demandando tapones para sus 2.000 millones de botellas al año, Jaime García Roza insiste en que el mercado de la sidra está cubierto. En cifras, el 80% de los más vendidos son de aglomerado y el 20, de microaglomerdado, que también es más caro que el primero, aunque de mejor calidad.

El 80% de la producción de corcho sale de los alcornoques que se cultivan en Portugal, Andalucía y Extremadura. Aquí se concentra la explotación de la valiosa corteza de este árbol. Aunque en Asturias también se da. Jaime García, precisamente tiene plantado un alcornoque delante de su nave, en el polígono Les Peñes de Granda (Siero) y ya supera en altura a la edificación. Por lo que parece que el clima del Principado le sienta bien. Pero "en Asturias no se da porque tiene que cultivarse en grandes extensiones, en latifundios". No es rentable su cultivo en los minifundios de la región. De estos árboles, destaca que "son grandes consumidores de CO2 y es una industria poco contaminante".

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