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La zona azul, "odiada" en Lugones y "apreciada" en la Pola tras cuatro años de servicio

En la capital destacan la mayor facilidad para encontrar aparcamiento, mientras los lugonenses no ven las ventajas de pagar

La zona azul, "odiada" en Lugones y "apreciada" en la Pola tras cuatro años de servicio

Tras algo más de cuatro años de la polémica implantación de los aparcamientos de pago en zona azul, en Siero, en diciembre de 2013, las opiniones siguen divididas en la Pola y Lugones. En la capital del concejo la medida ha cuajado con más éxito. De hecho, en 2017, este servicio aportó 295.193 euros, una cifra casi tres veces superior a los 104.833 de Lugones.

Una de las razones es la escasez de estacionamientos, así que ahora, con la zona azul, los vehículos se aparcan por espacios más cortos y es más fácil encontrar un lugar en el que poder dejar el coche. No obstante, hay días como los martes de mercado en los que sigue siendo una ardua tarea. De hecho, el Ayuntamiento está acondicionando el parking junto al instituto Escultor Juan de Villanueva para aliviar esta carencia.

La polesa Tere Álvarez utiliza poco el coche, en parte porque en la Pola "es difícil aparcar", más en los días de mercado, e insiste en la necesidad de crear plazas de estacionamiento. "Cuando sacas el coche te ves negra para aparcar. Había que hacer aparcamientos disuasorios y vías alternativas", propone.

Pedro Rodríguez es un usuario habitual del servicio de la zona azul. Ayer mismo dejó su vehículo estacionado en una de estas zonas. Sostiene que con la Ordenanza Reguladora de Aparcamiento (O.R.A), que puso en marcha el anterior mandato de Foro, está "contento" porque de esta manera "rotan más" los estacionamientos y genera "más posibilidades de aparcamiento". "Suelo usar la zona azul porque es bastante difícil aparcar en la Pola", esgrime. Razona que, en el fondo, "es bueno para todos porque damos menos vueltas para poder aparcar y también se contamina menos".

La maliayesa Loli Lago también sufre la escasez de lugares para dejar el coche cada vez que se desplaza hasta Pola de Siero. "Vengo poco, pero no suelo encontrar sitio", indica. Así que si no hay hueco cerca, no le queda otro remedio que pagar y dejarlo en zona azul, como le ocurrió ayer. Así que este servicio le parece "buena idea porque se rotan más los aparcamientos".

Para el comercio local de la Pola también ha sido satisfactoria la puesta en marcha de los aparcamientos de pago, al menos para Luis Obregón, al frente de una tienda de pinturas en la calle Pedro Vigil. "Hizo más accesible poder venir a la tienda en coche y más en nuestro caso, que son productos de peso", argumenta. Además de la lata de tener que dar vueltas y vueltas para encontrar un hueco libre en el que dejar el coche, también supone un gasto en carburante, incluso, más que el coste de los céntimos de euro que cuesta la zona azul.

Obregón reside fuera de la Pola, donde tiene su lugar de trabajo, y recuerda que antes de la implantación de este sistema "siempre venía a trabajar sobre las 7,45 horas y ya no había ni una plaza de aparcamiento cerca, así que le tocaba dejar el coche lejos porque "no había nada céntrico". Lo que ha conseguido la aplicación de la O.R.A. es que "el movimiento de coches es exagerado" y estima que puede ser de 80 a 100 al día, cuando antes rondaba los 10. "No se movía", indica.

Todo lo contrario ocurre en Lugones. Y es que aunque ya no hay movilizaciones populares para luchar contra el estacionamiento regulado, el sentimiento de rechazo hacia la zona azul en el vecindario sigue latente. Entienden que la medida no ha sido beneficiosa ni para los residentes, ni para la administración, por lo que instan al Ayuntamiento a suprimirla.

"Que no haya recaudación puede ser por dos motivos: que la gente evita aparcar en zona azul o que los que antes venían y aparcaban en Lugones, ya no lo hacen. En ambos casos la conclusión es la misma: El estacionamiento regulado es un error", clama Rosa Vázquez, secretaria de la Asociación de Autónomos de Servicios y Comercio de Lugones (ASECOL), quien considera que el primer damnificado por el servicio es el comercio: "Ésta es una localidad muy de paso. El que antes venía a hacer una gestión, luego quizás tomaba un café y hacía la compra. Ahora ese café les cuesta 60 céntimos más del ticket y para hacer la compra va a una gran superficie".

La plataforma cívica "Lugones en pie", nacida al albor de las protestas contra la implantación de la zona azul tampoco ha cambiado de parecer en este lustro. "Creemos que los vecinos no están contentos y, si de nosotros dependiese, la quitaríamos ya mismo. Y pese a que el contrato no ha terminado, creemos que, con voluntad política, concesionaria y Ayuntamiento podrían llevar a un acuerdo", afirma Eva Mancheño, portavoz de la agrupación.

Misma línea siguen desde la asociación "Lugones se mueve", quien entiende que el servicio "ha matado a los vecinos". "Los residentes no se han beneficiado, porque tienen que pagar por aparcar. Sobre todo en el entorno de la avenida de Gijón ha sido especialmente malo", lamenta Christian Álvarez, presidente de la entidad, quien también espera que al término del contrato con la concesionaria se erradique el servicio.

Por su parte, Ana de Celis, presidenta del Centro Comercial Abierto no ve con tanta negatividad la zona azul, que entiende "ha beneficiado a unos y perjudicado a otros". Sin embargo, la empresaria cree que la situación en general de la localidad mejoraría "si los aparcamientos disuasorios se adecentasen".

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