Casi un milagro. Eso fue la rehabilitación integral del palacio Miranda-Valdecarzana de Grado, de cuya reinauguración se cumplen veinte años. Dos décadas de frenética actividad en la nueva Casa de Cultura, charlas, exposiciones artísticas, conciertos y actos de toda índole que convierten al austero palacete, de origen medieval y con una gran reforma en el siglo XVIII, en uno de los elementos más vivos entre la sociedad moscona. Un aniversario que se celebrará con distintos actos hasta septiembre de 2019.

A mediados de la década de los ochenta del pasado siglo, el Ayuntamiento se interesó por la protección del conjunto arquitectónico Miranda-Valdecarzana, que "era un bocado demasiado grande", comenta el por entonces Alcalde del PCE, José Sierra. En 1987 iniciaron la rehabilitación de la capilla de Los Dolores, que "fue espectacular e impactante, y al año siguiente iniciamos el segundo proceso, el palacio, e hicimos un proyecto que ya nos situaba y que tuvo muy buena acogida en el Principado".

Pero faltaba el dinero. Y ocurrió el milagro. Cuatrocientos millones de pesetas sirvieron para adecuar la Casa de Cultura moscona. Pero eran unos millones que no estaban destinados a tal fin, tal y como recuerda Sierra. A principios de la década de los noventa existía una partida autonómica para la restauración de los bienes arquitectónicos de la Iglesia en base a un convenio con el Principado. Pero la Iglesia no lo aceptaba y quería recibir la ayuda sin acuerdo de por medio. "Entonces recibo una llamada de Patrimonio y me dicen que la Iglesia se negó a firmar el convenio y que se destinará esa partida al palacio Miranda-Valdecarzana. Por eso siempre digo que fue un milagro".

Entonces, Principado y Ayuntamiento se coordinaron y acordaron ejecutar la obra en dos fases, aportando doscientos millones de pesetas cada uno. Las obras comenzaron en 1992 y se alargaron hasta 1995. Se hizo un estudio arqueológico y los arquitectos Jorge Hevia y Cosme Cuenca dirigieron la obra, en cuyos trabajos apareció la chimenea del palacete y un arco ojival en uno de los laterales del inmueble.

Pero hubo que esperar hasta 1998 para que fuese dotada de mobiliario y reinaugurada la Casa de Cultura, que permanecía desde 1981 en el palacio. Y la inauguración del espacio, con la biblioteca municipal "Valentín Andrés", le tocó al alcalde socialista Alfredo Cañedo, quien destaca que fue un buen proyecto para Grado que sigue vivo: "Se está haciendo muy bien, con una cantidad alta de exposiciones y actos". Sólo le vio y le ve un defecto: "Era un error de funcionalidad no tener acceso en ascensor a la sala polivalente, donde además se hacen los plenos".

Una barrera arquitectónica que previsiblemente será eliminada este otoño, tal y como apunta el edil de Cultura, Plácido Rodríguez (IU), quien destaca la agitada vida cultural que hay entre sus muros. "Depende con qué se compare, pero parece que pueda ser uno de los elementos más vivos en Grado, está siempre dotada del mayor contenido posible, con listas de espera para exposiciones o charlas".