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Los Ñerbatos, el bolero que triunfa

El grupo de Pola de Siero, que comenzó cantando en El Colón a capela, está entre los más reclamados para cantar por los bares

Jesús Martínez, José María Díaz, Roberto González y Javier Díaz, en plena actuación en Los Portales, en la Pola. MANUEL NOVAL MORO

La historia de Los Ñerbatos viene de muy atrás. Fue en los años setenta cuando este grupo de polesos comenzó a juntarse para cantar en los viernes sociales de la hoy desaparecida sidrería El Colón de Pola de Siero. Por entonces cantaban a capela y ya se ganaban al respetable. Tres ilustres polesos que residían fuera, Juan Fernández Castro (Juan Ovín), José Montes Miranda y Ramón R. Somonte, quedaban con ellos todos los años para comer -y cantar- en un bar de la Pola. La condición era que, como mínimo, la fiesta durase desde las doce del mediodía hasta las doce de la noche.

Aquellos encuentros fueron el germen de lo que, años más tarde, seria la actividad "oficial" de los Ñerbatos. En los años noventa, el grupo daba un paso adelante con la incorporación de Nacho Fonseca y su guitarra, y con la presencia creciente de instrumentos de percusión. Hoy, Los Ñerbatos son, además del mencionado guitarrista, Juan José Domínguez, Jesús Martínez, José María Díaz, Javier Díaz, José Emilio Suárez y Roberto González, y tienen a Vicente Martínez como meritorio.

El gran salto del grupo llegó cuando los llamaron para cantar en los chigres de Gascona. Allí se estrenaron hace unos diez años como Ñerbatos y fue allí donde comenzó un éxito que sigue hoy más vivo que nunca. Hasta el punto de que hay varias parejas que reservan mesa en el bar donde les toca cada jueves.

La razón está, por una parte, en el repertorio. Como dice José María Díaz, el grupo toca, sobre todo, bolero, "que tiene el mismo tempo con el que late el corazón humano, y que tiene letras de amor y desamor". La otra razón es que Los Ñerbatos acuden a los bares a pasárselo bien. Entonces, quien coincide con ellos puede hacerles caso omiso o bien escucharlos o bien cantar. Y esa libertad que tiene el público acaba jugando a su favor, porque lo normal es que el público acabe por cantar con ellos.

En Oviedo tienen unas veinte actuaciones al año, y podrían tener muchas más, pero no quieren. "Si actuáramos todo lo que nos piden, estaríamos divorciados", aseguran.

Porque los llaman para cantar en chigres pero también para bodas, bautizos o intercambios culturales. El último que les pusieron sobre la mesa fue en la Universidad de Fargo, en Dakota del Norte.

Y eso que no se lo curran demasiado, porque , según dicen, "ensayar ye de cobardes". "Sabemos dos canciones, y ni leyendo acertamos", asegura Juan José Domínguez. Con todo, no hay quien les quite lo bailao. Ni lo cantao.

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