Jueves, 20 horas, y me pongo a escribir este "Paragües". Apenas puedo pensar en otra cosa que en el COVID-19. He visto que en Italia se superan los quince mil diagnosticados y que los fallecidos rebasan el millar, los recuperados son poco más. Comparativamente, nuestros vecinos del Mediterráneo se han enfrentado a esto con menos eficiencia que los chinos. Con más tiempo de presencia del problema, ellos tienen una proporción de afectados muchísimo menor que en Italia. Tal vez su disciplina les haya hecho tomar más precauciones de las que se tomaron en Italia. ¿Y nosotros? Una población envejecida, un tipo de vida social y de ocio en la que la proximidad y el contacto son parte de nuestra cultura tal vez nos lleve a cifras indeseables. Nunca hasta ahora fue tan necesaria nuestra responsabilidad personal para pensar en el bien de los demás. Esta pandemia actualiza el mensaje del Crucificado de amar al prójimo como a uno mismo, porque por cada contagio que exija hospitalización se resta un sitio para quienes padezcan infartos, ictus, accidentes y esas desgracias que ya teníamos en casa. Nuestro Ayuntamiento fue de los primeros en adoptar medidas de protección en su servicio y es de aplaudir.
