La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ÁLVARO FUENTE | Fotógrafo noreñense

"Los que nos dedicamos a la fotografía es por pasión, no queda otra"

"El fotoperiodismo nunca estuvo en tan buena forma, pero fastidiado para los profesionales"

Álvaro Fuente. R. A. I.

- La primera cámara se la regaló su abuelo, recientemente fallecido, ¿empezó entonces su vocación?

-Sí, él me la regaló y desde la adolescencia siempre estuve muy interesado en la fotografía. Primero llevando la cámara conmigo cuando salía con los amigos. Les sacaba fotos y capturaba esos momentos. Pasados los años me empezaron a interesar otro tipo de historias, la fotografía documental. La primera vez fue en 1998. Un senegalés que trabajó en Noreña y volvía para allí me ofreció ir con él. Fue uno de los primeros reportajes que coloqué. Trato de documentar ese tipo de historias, desde el punto de vista humano, en favor de los derechos de las personas.

Álvaro Fuente (Noreña, 1974) es uno de los fotógrafos más reconocidos del Principado. Siempre ha trabajado por libre, compaginando proyectos con ONG, colaboraciones con medios nacionales y regionales, como LA NUEVA ESPAÑA, agencias y empresas privadas de otros sectores.

- ¿Qué siente cuando dispara la cámara?

-Si me está gustando lo que estoy haciendo, no siento nada. Simplemente lo disfruto. Cuando hago algún encargo o algo ya más institucional, que es de lo que vivo ahora, para bancos o empresas públicas, haces tu trabajo, intentas que sea correcto de una manera más técnica. Sobre todo por cumplir con las directrices que te marcan. En cambio, cuando hago un reportaje por mi cuenta suelen ser atemporales y no tengo la presión de ningún medio ni de un jefe de fotografía. Ahí gozo de completa libertad. Los que nos dedicamos a esto es por pasión, porque no queda otra. Lo disfrutas cuando haces un trabajo que curraste e investigaste. Cuando ves el resultado de lo trabajado suelen haber pasado semanas o meses y suele ser satisfactorio.

- En estos tiempos del coronavirus, usted es de los que salen a trabajar. ¿Qué sensación le da?

-Lo primero es que algo así nadie se lo espera. La sensación que tuvimos yo y los míos es que era como una pesadilla. Esto parece ciencia ficción. Ves a tu propia familia, a tu pareja y vecinos en crisis y es todo muy distinto. Te afecta directamente. No es como cuando pretendes guardar la objetividad, trabajando fuera con cualquier crisis humanitaria. Esto lo tienes al pie de tu portal, a tu lado. Lo haces de otra manera. Intentas no molestar, mantenerte en otro plano. Igual es cosa mía, pero me cuesta más llegar. Cuando ves a gente de toda la vida de Noreña con mascarilla, tapados, te miran y te asienten con la cabeza, mientras normalmente te abrazan y ahora parece que te dicen lo siento por no poderte saludar casi.

- ¿Cómo está la profesión?

-El sector, de dos maneras. El fotoperiodismo nunca estuvo en tan buena forma. Con la democratización de la fotografía, todo el mundo puede documentar una noticia con un teléfono. Como profesional, está fastidiado. Los medios tiran cada vez más al modelo empresarial. Con lo cual, si pueden dar a un redactor o a cualquiera que trabaje para ellos una cámara y decirle "hazla tú", para ellos mejor. Eso supone acabar con el fotoperiodista.

- ¿Entonces, un freelance como usted puede vivir de esto?

-Vivir plenamente del fotoperiodismo en España, no siendo que seas colaborador de un medio o que seas un fenómeno como Manu Brabo, está muy complicado. En Asturias contamos con la Asociación de Fotoperiodistas. Allí algunos son artistas pero con relación al fotoperiodismo, otros asalariados de los medios, también hay gente que está de autónomo en medios y luego otros de agencias. Por último estamos los saltimbanquis. Estamos dentro, pero vamos brincando de un sitio a otro buscando financiación, y esa se usa para cambiar el equipo o para hacer los trabajos que llevamos meses pensando. Buscamos otras vías para financiarnos.

- ¿Nunca se ha planteado buscar algo fijo en un medio?

-No, y así me va (ríe).

- En todo caso, así tiene más libertad, ¿no?

-Creo que cuando vas cumpliendo años, la seguridad que te da estar asalariado a un medio y tener un sueldo fijo tranquiliza. Sí es verdad que pierdes esa libertad de hacer lo que dé la gana. En mi caso, todo son proyectos personales. Eso me gusta. El hecho de ir a Colombia porque me entero de que hay una pequeña ONG asturiana, buscar financiación para un proyecto y hacer los míos a la par allí, a mi ritmo. O, por ejemplo, hacer talleres de fotografía con personas con discapacidad para darles unas nociones más profesionales. Ellos disfrutan y yo también. Van surgiendo cosas y nunca sabes cómo van a acabar. En mi caso, leo la prensa todos los días tomando notas y cuando veo que hay algo que me llama poderosamente la atención, investigo un poco y llamo a quien tenga que llamar para ver cómo se puede hacer un proyecto.

- ¿Es feliz?

-Sí, la verdad que no me quejo. Pero esto está bien para cuando tienes 20 años. Ahora buscas otras prioridades. A nivel vital, con pareja y buscando futuro. Sabes que el camino va a hacerse más corto.

- ¿Valora dejarlo?

-Lo he valorado. Creo que lo hago casi a diario. Es una pena, porque cuando haces algo con tanta pasión, ves que das salida a los reportajes e incluso vives de ello... Sin embargo, te viene la gran hostia y por la razón que sea estás un mes y pico que no vendes una foto. Además estamos en una sociedad en la que el hecho de hacer fotos no se valora en absoluto. Me pasó en una ocasión, un tipo de un negocio de Oviedo me comentó hacer unas fotos para cambiar la carta y me decía que me invitaba a cenar a cambio. Yo se lo planteé al revés, que me viniera a hacer la cena a casa y le publicitaba por redes sociales como que cocinaba de puta madre. La mayoría de la gente no lo valora, porque como lo disfrutas y es darle a un botón...

Compartir el artículo

stats