Los usuarios del centro residencial de Proyecto Hombre de La Piedra tienen estancias más cortas de lo habitual. De siete meses pasaron a cinco, con lo que el proceso de reinserción es más rápido. En ese tiempo, los profesionales buscan adaptar a los usuarios a rutinas adecuadas y sanas para aprender a vivir sin adicciones y trabajan con ellos cuestiones como la autoestimulación. "La idea de estar encerrados aquí no es buena, porque no se pueden generar actividades en el exterior como antes. La socialización de los usuarios es clave en el proceso de reinserción", comenta Rafael Gordo Llorián. En el centro candasín también acogen a presidiarios que están a punto de cumplir su condena. "Les ayudamos a integrarse en la sociedad y a salir de las adicciones y, además, ayudamos a las administraciones porque ya no tienen que pagar el gasto que supone mantener a un preso en la cárcel", explica Gordo Llorián. A pesar de su gran labor social, temen que la crisis sanitaria merme sus ingresos derivados de subvenciones.