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Llanera hace mucha carrera

Miguel Iglesias, de Lugo, y Claudia Villabrille, de Posada, mejores expedientes de Ingeniería Electrónica y Enfermería, respectivamente

Claudia Villabrille, en Posada de Llanera. | R. A. I.

Llanera se ha convertido en cuna de grandes estudiantes universitarios y así lo demuestran los resultados del último curso, en el que Claudia Villabrille y Miguel Iglesias han conseguido los premios fin de carrera de sus grados, Enfermería en el primer caso, e Ingeniería Electrónica en el segundo. Los dos huyen del tópico de estudiante encerrado a diario entre libros. Como muchos, “pego el apurón al final”, reconoce Iglesias. Villabrille, por su parte, indica que, “no estudiaba al día, ni mucho, pero soy muy perfeccionista y, cuando tocaba ponerse, lo hacía”.

Él es de Lugo y ella de Posada, una ha optado por formarse en el área de la salud y el otro por una rama más tecnológica. Eso sí, ambos coinciden en tener 22 años, en ser compañeros del instituto de Secundaria de Llanera y haber logrado el premio al mejor expediente de sus respectivas promociones.

Ella escogió la enfermería por vocación, “desde pequeña quería serlo y en ningún momento tuve que duda”, cuenta. Por su parte, Iglesias tiró por la ingeniería porque, “a los 18 no se tiene nada claro, pero sabía que quería algo más práctico que teórico”.

Miguel Iglesias –a la izquierda– recibe su premio fin de carrera de manos de Javier Sesma, de ThyssenKrupp. | P. S.

Sus vidas, como explican, no se centraron sólo en estudiar. Durante la carrera mantuvieron una vida social activa, eso sí, con una cosa muy clara. “Ir a los exámenes bien preparados”, dicen.

Una vez superados los estudios universitarios, Villabrille se encontró de frente con la pandemia. Comenzó rápido a trabajar. “Hay mucha falta de personal, lo que hace que nada más salir a la bolsa de empleo tengas trabajo”, explica. Tanto, que poco descanso le queda a la joven, que no desaprovecha la oportunidad para alertar de lo complicado de “tener contratos precarios”, como los que a ella le ofrecen. “No respetan descansos ni tienes vacaciones”, añade. Lo peor es al salir del trabajo “cuando no se habla de otra cosa de la pandemia”, con la que ya tiene que convivir en el centro. Pero sigue adelante con la vista puesta en lograr otra meta: la especialización mediante un EIR (enfermero interno residente).

Por su parte, Iglesias continúa estudiando. Ahora cursa un máster, centrado en la producción de energías. La pandemia no le ha alcanzado tan de cerca tanto como a Villabrille, pero algo le ha tocado. “Se echa de menos poder ir a las clases de manera presencial y estar con los compañeros”, subraya.

Todavía le queda algo más de un año para acabar el posgrado, pero, después, quiere dejar de estudiar y ponerse a trabajar: “Si se puede en Asturias y sino no me importa irme, incluso de España”, concluye el joven.

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