“Es pronto, pero parece que puede ir bien”. Esta fue la frase más repetida entre los marineros que ayer regresaron al Puerto de Candás tras faenar en el primer día de la campaña de recogida del ocle. Un bien preciado, conocido como el oro rojo, aunque en la actualidad el precio se ha devaluado bastante respecto a otros años. El Principado ha establecido el cupo en 4.600 toneladas para los 28 barcos que faenan en el Principado y una fecha límite, el 30 de septiembre, momento en el que se cerrará la campaña y se dejarán los campos crecer hasta la siguiente.

Optimismo moderado era el ambiente que se respiraba ayer a primera hora de la tarde en Candás. Los cuatro barcos que salieron a primera hora de la mañana desde el muelle candasín regresaron poco después de las cuatro de la tarde, haciendo una valoración positiva, aunque contenida, del primer día. Entre los cuatro recogieron unas 15 toneladas en esta primera jornada, pegándole así el primer mordisco a ese cupo general que se espera cubrir, siempre que las condiciones acompañen, vaticina Julio Fernández, patrón del “Ca Pilar”. “La expectativa es cubrir el cupo, pero dependes del tiempo. Si acompaña y va bien se podrá hacer”, dice.

Las fuerzas estaban renovadas nueve meses después del cierre de la última campaña y la primera jornada siempre es de pruebas, para ir poco a poco entrando en materia, explica Ángel García, patrón del “Iyán/Xel” y también patrón mayor de la Cofradía de Candás: “El primer día siempre es de tanteo, pero parece que está bastante bien el ocle. Le falta crecer un poco más, pero bastante bien”.

Un camión, ayer, descargando ocle en el puerto candasín para transportarlo a uno de los secaderos. | B. García

Los pescadores se desplazan en el barco hasta el campo y una vez ahí se sumergen buceando hasta las profundidades, por eso es importante el mar de fondo, explica Julio Fernández: “Si está mal el mar puede arrastrarte varios metros en profundidad y empieza a ponerse turbio y no ves nada”.

El ocle es trasladado de los barcos directamente a los camiones que los transportan a fincas de la zona a secar. Luego el destino está en gran medida en la investigación médica, por eso ahora el precio ha bajado a mínimos, situándose un poco por encima de 50 céntimos el kilo. “Lleva cuatro costeras bajando el precio, esperemos que no baje más. Las fábricas tienen producto parado, porque va destinado en parte a investigación en laboratorios médicos y con la irrupción del covid, los laboratorios se han destinado a la pandemia”, explica Julio Fernández.

Otro fin es acabar formando el agar-agar, un producto en auge en la actualidad debido a la alta cocina. En esa devaluación también tiene que ver la competencia, cada vez más feroz en la propia cornisa cantábrica y en otros países, como Portugal y sobre todo Marruecos.