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Legado marinero en miniatura

Genaro Menéndez dona al Ayuntamiento las 65 maquetas que elaboró de barcos que frecuentaban el muelle de Candás en los años treinta

Genaro Menéndez, con algunas de las embarcaciones que reprodujo y que ha donado al Ayuntamiento de Carreño. | Borja García

El empuje marinero que tenía Candás a mediados del siglo pasado nunca volverá, aunque se mantenga la esencia, que nunca se pierde. Los tiempos cambian y lejos quedan aquellos años en los que los barcos atracaban como podían en un muelle saturado, o incluso reposaban encima de la rampa. Sobre ese legado quedan recuerdos y fotografías, pero ahora también maquetas.

Genaro Menéndez, vecino de Candás de 90 años, ha recreado hasta 65 embarcaciones que, o bien atracaban en el puerto candasín o bien frecuentaban la zona en las diferentes costeras. El suyo es un minucioso trabajo de años. Los “Orbegozos”, los “Anicetos” o el “Panchita” son nombres que todos en la villa conocen y que ahora han quedado inmortalizados en estas maquetas que el autor ha donado al Ayuntamiento para que sean patrimonio del pueblo.

Menéndez, también conocido como “Bombita”, heredó el apodo de su padre, un marinero conocido por pescar de manera abundante en Gijón en los barcos de “Casa Puebla”. Desde que se jubiló se dedicó a su pasión, que también fue durante años su trabajo: la madera. Por eso se decidió a recrear toda una serie de barcos que frecuentaban durante el siglo pasado el puerto de Candás, una labor que él quiere desposeer de mérito: “Para mí no fue un trabajo sino un entretenimiento. El trabajo lo tuve antes de jubilarme, que trabajaba diez horas al día”.

Trabajó en su juventud la madera en Entrecanales, tras haber aprendido carpintería en un taller de ebanistería. Era su pasión. Luego entró en Ensidesa, factoría en la que permaneció durante el resto de su vida laboral. Una vez retirado, se volcó de nuevo en la madera, incluso trabajando doble: “Hice tantas maquetas que repetí cuatro. Aquí había muchos barcos. Con 14 años los chavales dejaban ya la escuela y marchaban a la mar mientras que las mujeres se iban para las fábricas de conservas”, recuerda.

Algunas de las maquetas de los barcos que podían verse en los años treinta en el muelle de Candás. | Borja García

Tras hacer una colección tan grande se decidió a donarla al Ayuntamiento, que ahora está realizando un inventario para buscarle un destino, de modo que los vecinos puedan ver y disfrutar de este legado.

Menéndez recibió incluso ofertas de compra por algunos de sus barcos, pero optó por donarlos todos al Ayuntamiento. “Me sobraban en casa y para ponerlos a la venta... No me vale de nada vender cinco o diez. La ilusión de mi mujer era ponerlos en el escaparate de la tienda que tiene en Valdés Pumarino, y cuando le dije que iba a regalarlos al Ayuntamiento lo sintió mucho, pero así están protegidos y los puede ver el pueblo. Los tenía todos en cajas de cartón y ya no sabía ni los que tenía hechos”, explica. De hecho, de la tienda de su mujer, Mari, sacó la materia prima, ya que todos los barcos están realizados con maderas de las cajas de fruta del negocio de su esposa.

Las maquetas se dividen en dos tipos de embarcaciones: las que tienen forma de trainera, y los característicos barcos de “fumo”. Algunos tienen una vinculación especial con el País Vasco, donde en Zumaia, Bermeo u Orio se fabricaban algunos de esos barcos, que luego hacían primero la costera del bocarte, desde el Golfo de Vizcaya hasta la zona de Candás, coincidiendo en el tiempo con el arranque de la costera del bonito. Esto motivó que por aquel entonces mucha de esa colonia vasca se estableciera en la zona de Carreño. Otro apunte curioso es que hay barcos con el mismo nombre, pero que solo se diferencian por el número que se le añadía al nombre posteriormente. Esto se debe a que, en muchas ocasiones, salían en pareja para poder ir juntos al arrastre, con un extremo de la bolsa en cada barco para ir capturando la mercancía en la red que quedaba en el medio.

Genaro Menéndez fue realizando su obra a caballo entre el almacén y la finca de Perlora, en la que también cuida unos 50 manzanos. Las reproducciones más grandes alcanzan los 40 centímetros de alto y los 60 de ancho, siendo todas de unas medidas parecidas y diferenciadas por mínimos detalles como los colores de las chimeneas, o las placas con los nombres, reproducidas también con esmero y mimo. La asociación “Candás Marinero” también colaboró a la hora de aportar detalles sobre las embarcaciones, e incluso sirvió en muchas ocasiones a Genaro de inspiración gracias a las fotografías aportadas por Ramón Rodríguez, uno de sus miembros.

El Ayuntamiento se encuentra ahora realizando el inventario mientras se idea una fórmula expositiva. La alcaldesa, Amelia Fernández, tuvo palabras de agradecimiento para el autor: “Agradecemos enormemente esta donación que pasará a integrar el fondo documental del futuro Ecomuseo de la Conserva. Hemos solicitado presupuestos para inventariarla y catalogarla adecuadamente, y propondremos a la Junta Rectora del Museo Antón una exposición temporal”, señaló. La Alcaldesa destacó que “estos testimonios deben tener cabida en la programación del Centro, y es una buena opción el hacer coincidir el proyecto expositivo con una edición de la Feria de la Conserva y poder realizar un catálogo de esta colección”. No se descarta crear, a posteriori, una exposición permanente.

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