La presencia de la mujer en el mundo de la sidra, tradicionalmente centrada en las labores de recogida de la manzana o el lavado y el llenado de las botellas, alcanza hoy todos los ámbitos. Hay llagareras al frente de algunas de las marcas más emblemáticas de la región, enólogas, campeonas de escanciado y propietarias de sidrerías de postín. Las pioneras navetas de todas estas mujeres que protagonizan el exitoso relevo generacional del sector son las viudas de llagareros que durante los años treinta y cuarenta del siglo pasado decidieron ponerse al frente del negocio familiar a la muerte de sus esposos. Algunas de las marcas que crearon entonces han sobrevivido al paso del tiempo y siguen en el mercado. El caso más emblemático es el de Sidra Viuda de Corsino, el llagar más antiguo de cuantos siguen en activo en la villa naveta. También se puede citar el de Viuda de Angelón, aunque en este caso no se trate de una llagarera sino de una reconocida hostelera. Sidra Viuda de Alfredo dejó de elaborar hace muchas décadas, pero también supuso un notable ejemplo de empuje empresarial femenino ligado a la sidra en un momento que poco o nada tenía que ver con el actual.

Corsino García, marido de Elisa Díaz.

La viuda de Corsino que da nombre a la sidra que se sigue elaborando en la calle la Riega de Nava fue Elisa Díaz, madre de Víctor y Corsino García, dos grandes llagareros también fallecidos. Estaba casada con Corsino García cuando, en la década de los años veinte del pasado siglo, el matrimonio heredó el llagar naveto que había fundado su suegro, Bonifacio García, alrededor de 1875. A la muerte del marido, fue ella quien tomó las riendas, iniciando la comercialización bajo la marca Sidra Viuda de Corsino. El negocio pasaría a sus hijos a finales de los años cuarenta y, después, en los noventa, el peso del llagar ya recaería cada vez más sobre Andrés Corsino García, cuarta generación de elabores de la saga y nieto de Elisa. Tras una crisis económica, el establecimiento fue adquirido en el cambio de siglo por Luis Fernando Morán, su actual propietario.

M.ª Luisa de la Vega, llagarera.

Otra de las pioneras del sector en Nava fue María Luisa de la Vega, fallecida en 2002 a los 101 años de edad y siendo la decana de la sidra local. Esta mujer, madre del también desaparecido Leonardo Pérez, uno de los grandes maestros navetos del llagar, se quedó viuda de Alfredo Pérez, que comercializaba el producto que elaboraba en La Barraca como Sidra Alfredo. María Luisa decidió seguir adelante con el negocio tras la Guerra Civil, corchando como Sidra Viuda de Alfredo. La tradición la continuó su hijo Leonardo, más conocido en Nava como Leo, quien compartió con su cuñado José María Caso, el gran impulsor del Festival de la Sidra, la propiedad de Sidra Peñamayor, desaparecida también hace décadas. Tanto el hijo de María Luisa de la Vega como Corsino García, uno de los vástagos de Elisa Díaz, ostentan el título de lagareros insignes de Nava.

La placa de marcar de Sidra Alfredo.

Otra viuda da nombre a una de las sidras más reputadas de Nava y Asturias, la de Angelón. Se trata de Carmen Onís, madre de Alfredo Ordóñez, fundador en 1947 de un llagar en las fincas de la Alameda. Eligió Sidra Viuda de Angelón para unir el recuerdo de su padre con el homenaje a su madre, que regentaba una sidrería muy conocida. Alfredo falleció en 1999, con el llagar ya en La Teyera. El relevo lo cogieron los cinco hijos que tuvo con Amelia Vigil (Alfredo, Ángel, Fran, Carmen y Susana), quienes han llevado a cabo un exitoso proceso de expansión y diversificación de la marca.