Callos de récord en Noreña: rotundo éxito de las jornadas gastronómicas
"El balance no puede ser más positivo" aseguran los hosteleros de la Villa Condal
Lucía Rodríguez
No es ninguna novedad que uno de los reclamos gastronómicos por antonomasia de Noreña son, junto al picadillo y el sabadiego, los callos. La Villa Condal abrió el pasado día 5 de diciembre una nueva edición de las jornadas gastronómicas dedicadas a este producto, con la participación de una veintena de establecimientos participantes y un más que notable éxito. "Hace una semana ya empezamos a cerrar la agenda de reservas porque estábamos completos", asegura Héctor, del restaurante Letual.
Este hostelero indica que, de media, ha servido "alrededor de 130 menús diarios y otros tantos a la hora de las cenas". Lo mismo ocurrió en el hotel Cristina, que tampoco se quedó atrás. "Aún nos queda este domingo, pero ya hemos vendido algo más de 200 kilos de callos", subrayan Nieves Cabeza y Paula Vázquez, que hace tres años asumieron la gerencia del negocio familiar. "El balance no puede ser más positivo", coinciden los hosteleros.
En El Viejo Almacén no sirven comidas, pero sí que apoyan las jornadas y, además, también se han visto desbordados por la afluencia de comensales que hacen parada en el establecimiento. "Se ve muchísima gente, tanto de aquí como de fuera de Noreña. Además, el tiempo nos ha acompañado durante todos estos días", señala el propietario, Borja Otea.
Los comensales también tienen mucho que decir. El matrimonio formado por Fernando Marina y Nadalina Bárcena se trasladó desde Piloña este mismo sábado para degustar el menú ofrecido por uno de los restaurantes. "No es la primera vez que venimos, siempre nos gusta probar los callos porque, la verdad, son los mejores que se pueden comer por la zona", subraya Marina. Mientras que a su mujer le gustan más suaves, él los prefiere "algo más picantes".
De la misma opinión son José Manuel Suárez, Fermín Fanjul y Eduardo Fonseca. Estos amigos se reúnen cada año para comer los callos del hotel Cristina, donde se sigue "la receta tradicional de la güelita Nieves". "Unos buenos callos tienen que cumplir la regla de las pes: pequeñinos, picantinos, pegañosos y pulcros", detallan los comensales.
Félix Riviere vive en Noreña desde hace unos años. Llegó desde Francia, donde contrajo matrimonio con una vecina de la zona. "No hay callos como los de aquí", asegura en consonancia con la intención del Gobierno municipal y de la Junta de Hostelería para que estas jornadas sean declaradas Fiesta de Interés Turístico Regional.
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